Septiembre y la vuelta al cole ya están aquí y es seguro que los buenos lectores, esos que no se separan de su libro ni para darse un chapuzón en la playa, ya estarán preparando su particular clasificación, la lista de aquellas obras que les enamoraron durante este verano, aquellas que les impidieron dormir de puro miedo o las que les transportaron a mundos imaginarios que nunca quisieran abandonar. Pero el año sigue y los jurados de los distintos premios literarios que hay en España también han venido eligiendo sus favoritos en el territorio infantil y juvenil. Por si aún no han sido leídas y alguien quisiera ampliar su ranking de lecturas, estos son algunos de los galardones más importantes concedidos esta temporada.

Comenzando por los primeros lectores, aquellos que rondan los ocho años, sorprende la frescura de "Cómo arreglar un libro mojado", gracias al cual Roberto Aliaga Sánchez se alzó con el prestigioso Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor. Esta obra ilustrada por Clara Soriano, que trata un tema tan espinoso como los malos tratos sin perder nunca el sentido del humor, narra la historia de Víctor, un niño de siete años que hace pis por accidente sobre un diario abandonado en el parque, cuyas páginas le llevarán, junto a Sara, su rival en principio, pero cada día menos insoportable?, a investigar unos sucesos muy desagradables. El final, cargado de un positivo mensaje, es de los que sorprende.

E igualmente como el anterior, convocado por la Fundación SM, pero en la categoría juvenil, el jurado del Premio Gran Angular decidió galardonar la obra "Siempre será diciembre", de Wendy Davies, seudónimo bajo el que se esconden los nombres de Fátima Embark y Merche Murillo, que vuelven a unir sus talentos para traernos una novela que recoge todos los laberintos vitales que atormentan a la adolescencia en ese siempre tortuoso camino hacia la madurez. La novela, que arranca con la muerte del joven Sam (o Samantha, tendrán que descubrirlo...), su protagonista, va desgranando temas universales para centrarse en las consecuencias de la mentira. Y mientras, la vida y su final, como telón de fondo.

Especialmente destacable, por su rabiosa actualidad, es el Gran Angular en lengua catalana, que en esta vigesimosexta edición fue a parar a las manos de Anna Manso por su libro "Lo del abuelo" (Allò de l'avi), la historia, contada en primera persona, de Salva, cuyo cómodo mundo de 16 años se desmorona en el mismo instante en que ve la foto del padre de su padre, el gran Víctor Canoseda, "admirado por todos, el gran defensor de la cultura en Cataluña, un habitual de las tertulias radiofónicas y debates, el hombre que todos los partidos políticos deseaban convertir en su candidato y que había sido escogido catalán del año por goleada", aparecer en todos los diarios digitales junto a palabras tan cotidianas hoy en día como malversación, estafa o desvío de capitales, un vocabulario que expulsará a Salva de la inocencia de un amargo manotazo.

¿A quién no le apetece darse un garbeo por otros tiempos de vez en cuando? Es lo que propone Rosa Huertas en "La sonrisa de los peces de piedra", que se alzó con el decimosexto Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil gracias a la recreación de aquel mítico mundo aparte español que supuso la movida madrileña de los años 80, una época que comparte protagonismo con Jaime, un adolescente que no conoce a su padre y que, tras la reciente muerte de su abuelo, descubre que su madre tiene un secreto enraizado en aquellos tiempos a los que pusieron banda sonora nombres como Nacha Pop, Antonio Vega, Los Secretos, La Paca o Tino Casal, personajes que transitan esta novela excelentemente ilustrada por Javier Olivares.

Y si se trata de viajar a territorios exóticos, ¿qué imagen puede ser más evocadora que las cúpulas de la catedral de Santa Sofía de Constantinopla emergiendo de entre la bruma? Pues esa es la estampa que cada día, desde el ferry, contemplan de camino al colegio Klara y Saif, los protagonistas de "El islote de los perros", que se llevó el vigesimoctavo Premio Ala Delta gracias a la historia pergeñada por Daniel Canosa, en la que ambos niños, ayudados por un viejo pescador, tendrán que idear un plan para salvar de la muerte a los más de 50.000 perros que el sultán de Estambul ha exiliado a una pequeña isla. Bajo la historia subyacen un alegato de la riqueza del mestizaje cultural y el drama de los refugiados que hoy, cada día, escupen los telediarios.

Antes de terminar esta lista de premiadas recomendaciones, que podría ser mucho más extensa, no podíamos dejar de transitar por los territorios mágicos, con ecos de Tolkien, de la novela "Miralejos", que le valió a Daniel Hernández Chambers el decimoséptimo Premio Alandar que, como el anterior libro mencionado, convoca Edelvives. Las páginas vertiginosas de esta obra cuentan la historia de Julio, un niño de siete años que recibe como regalo un catalejo que será la llave a los mundos tan mágicos como inquietantes que transitará en Gorgos, el pueblo pesquero en el que vive su abuelo, donde años después hallará el amor de Irene, una niña nacida del mar y junto a la que investigará unos terribles sucesos y vivirá un final que dejará boquiabierto incluso al más atento de los lectores.

Aún queda verano (y otoño e invierno) para acercarse a estas obras cuyo verdadero premio es su lectura.