"En ese verano dije: se acabó, si me estrello me estrello con todo". Con estas mismas palabras define la actriz ourensana el momento decisivo que vivió hace exactamente nueve años, cuando en el verano de 2008 decidió apostar todas sus cartas por la profesión y el modo de vida que tanto deseaba. Saamira Ganay, actriz ourensana, aclamada por su papel de Regina en "Acacias 38" o en otras series como "Matalobos", "Pazo de Familia" o "Serramoura", relata cómo vivió este instante tan "decisivo", como ella misma asegura.

"Puede que el verano que te voy a contar sea un poco peculiar. Imagino que lo normal sería recordar algún viaje o unas vacaciones, pero yo recuerdo aquel que pasé pintando", relata Ganay. En 2008, la actriz se encontraba en la ciudad de A Coruña, precisamente compaginando sus estudios de interpretación, su faceta de artista "a puerta cerrada", y por último su trabajo como tele operadora en una empresa. "Llevaba todavía muy poco viviendo en A Coruña. No estaba del todo adaptada a la ciudad, y en aquel verano coincidió que no podía irme de viaje ni hacer algún traslado grande por cuestiones laborales de mi chico, y familiares", indica la actriz.

Trabajar como tele operadora en esa empresa fue especialmente difícil para la actriz. "Para mí fue realmente duro. En aquella empresa se portaron muy mal conmigo, y yo quizá era demasiado blanda para determinadas cosas, tengo tendencia a ser muy calladita. Tragué, tragué y tragué hasta que exploté. Salía llorando del trabajo. Por eso, en los ratitos libres que tenía, aun más cuando trabaja de noche, cuando hacía guardias nocturnas, pintaba y bocetaba" indica Ganay.

Precisamente, la ourensana confiesa que en el trabajo tenía que portar una libretita consigo para tomar notas y hacer seguimientos de las llamadas. "En esa libreta me harté de hacer bocetos", admite, antes de añadir que "los dibujos copaban gran parte de los huecos libres".

En concreto, la actriz recuerda dos cuadros que recuerda con especial cariño. Uno de ellos, "El Principio", es el ilustrado en la fotografía. "Los dos bocetos que me gustaban más, los recorté y los pegué en un blog para no perderlos. Para mí eran muy importante y especiales", apunta Ganay, antes de añadir que "esos cuadros hablan incluso de mi filosofía o mi manera de pensar, incluso de mis creencias. Todo está ahí reflejado".

Resulta extraño pensar que en aquel entonces, Saamira no deseaba que sus cuadros fuesen vistos por nadie, ya que tal y como ella confiesa, la vergüenza la dominaba. "Por aquella época me daba mucha vergüenza enseñarlos, los tuve escondidos varios años, no se los enseñé a nadie. Los conocían los que vivían conmigo y porque me aguantaban pintando por toda la casa, pero nadie más", admite Saamira. A pesar de todo, la actriz afirma que en la actualidad ya no piensa lo mismo al respecto. "No sé si ahora es que me da todo mas igual", admite entre risas, "pero ya no me da tanto palo enseñar lo que hago".

La actriz destaca que la pintura casi llegó a convertirse en una obsesión, ya que podía pasarse los días enteros pintando. "Pintaba en mi casa. Aunque casi no había muebles en el salón apartaba lo que tenía y empapelaba la habitación con plásticos, por arriba y por abajo para no salpicar mucho", relata.

Sin embargo, la pintura fue ante todo su principal aliado en el verano de 2008, más aún cuando en la vida de la actriz, se cruzaron varias de las decisiones más importantes de su vida. "Dejar el trabajo fue algo que me cambió la vida. Me desgastaba mucho y solo era capaz de evadirme pintando", admite Saamira. "Además de dejar el trabajo, preparé unas oposiciones, y las dejé cuando ya había aprobado el primer examen. No quería engañarme ni perder el tiempo. Tenía muy claro que quería ser actriz", señala. "Coincidieron momentos de decisiones importantes. 2008 fue un verano decisivo en el que lo dejé todo y lo planté todo por lo que quería realmente", indica la artista, antes de añadir que su madre "casi la mata y la cuelga de un pino. Pero yo me lancé a por todas en mi carrera de interpretación", relata Saamira.

"Asumir todas esas decisiones me daba miedo, y sé que a mis padres también. Les daba miedo que yo fuera actriz, y que dejase todo. De hecho, me animaron a compaginar ambas cosas", indica la ourensana."En este momento tan tenso, yo me desahogaba pintando. Era donde me sentía relajada y no tenía que darle a la cabeza, y estaba en calma", resalta.

Su modo de expresión

La actriz destaca que a día de hoy la pintura continúa formando parte de su vida. "Continúo pintando. Me ayuda mucho a expresarme, más que como algo que tenga indicios laborales", indica Saamira, aunque después añade que "pintaría y expondría encantada, aunque no he tenido la oportunidad de hacerlo, en este momento es algo que me apetece mucho", apunta.

"Soy reacia un poco a vender y a comerciar. Aunque si he hecho cuadros por encargo. Cuadros que me han encargado o alguno que haya regalado a gente querida, eso sí", explica.

Sobre los cuadros que pintó en el año 2008, indica que jamás se le ocurriría venderlos. "Tengo que reconocer que estos que guardo de esa etapa no los quiero vender. Son muy personales, quizá. No me importaría exponerlos pero creo que no los vendería", señala.

"En mis cuadros trataba y trato de pintar emociones. He hecho trabajos de realismo, pero no me siento igual de identificada. Para eso hay otros grandes que ya lo hacen. Grandes fotógrafos y grandes pintores", explica Ganay,

Finalmente, la artista hace una reflexión sobre su condición. "En el fondo no soy más que una persona que se expresa. No soy una pintora talentosa, soy una persona que se expresa como quiere y como puede. Ahí hay pintados momentos que para mi fueron especiales, incluso relaciones personales", concluye Saamira.