Berta Cáccamo es una de las figuras más consolidadas del arte plástico gallego, con tres décadas de trayectoria a sus espaldas. De su verano favorito no guarda muchos recuerdos específicos, ni se refiere a un acontecimiento concreto, "sino a la sensación de felicidad plena" que le trajo siempre esta estación y sobre todo en 1972, cuando sólo tenía 8 años.

Por esa época su familia pasaba largas temporadas estivales en una casa de Coruxo, en la playa da Calzoa. Eran 3 meses de estancia, y recuerda muy gratamente días largos y soleados, llenos de juego, con amigos que iban y venían desde todas partes de Vigo a pasar el rato. Una ciudad olívica que entonces era mucho más pequeña, y la propia playa de Coruxo estaba menos masificada, era "algo parecido a un pequeño paraíso privado" rememora Cáccamo.

"Hace 20 años aún no se había 'inventado la playa, y las pocas familias que veraneábamos nos conocíamos desde Coruxo, que era todavía una zona muy rural, hasta Canido. Samil no tenía el paseo, era un arenal secundado por un pinar, no había prácticamente chiringuitos ni existía el puente de Toralla o su edificio principal", relata la pintora.

Y es que durante la mayor parte de la historia europea, las playas no estuvieron relacionadas con el ocio. Eran lugares inhóspitos, en épocas donde la blancura suponía distinción, estar tan blanco que se transparentaran las venas (de ahí la metáfora de la "sangre azul"para la realeza, que huía del astro rey con sombrillas y sombreros).

Pero una serie de circunstancias simultáneas cambiaron la relación social con las costas. Se produjo el descubrimiento de las cualidades terapéuticas del agua salada y el Sol para dolencias mentales (la depresión) o físicas (la anemia, la lepra); y todo esto se vio unido a la influencia de personalidades como Coco Chanel y las posibilidades que trajo la industrialización.En España, el interés por el 'veraneo' nació más tarde, a principios del siglo XX, y es lastrado por la guerra y posguerra, hasta que llegan los años 60 y con ellos la entrada en el Fondo Monetario Internacional y un desarrollo basado en la industria y el turismo.

Por lo tanto, comenzaban a cobrar fuerza las playas gallegas cuando Berta Cáccamo vivió "aquellos días interminables, plenos de actividad.Tenían unas pequeñas barcas y las recuerda con felicidad. Cuando empezaba a subir la marea, se deslizaban por las olas con ellas, al modo de tablas de surf. Sus actividades más comunes eran "pasear, jugar, buscar camarones en las piedras o moras por los caminos, ir con Valentina a recoger patatas en el campo", relata la pintora.

Valentina fue una señora de Coruxo que trabajó en la casa de los Cáccamo durante años y cuidó de ella y sus hermanos. A la pintora, Valentina le viene a la memoria como "una persona muy cariñosa y buena, de la que tengo un recuerdo maravilloso".

Cáccamo destaca también la convivencia con la gente de la zona: "Nos mezclábamos de una manera muy natural, no existían problemas sociales ni de clase".

Viajaban a la Isla de Toralla en barca o colchonetas, y su playa les parecía un paraíso tropical: "llegábamos como podíamos, era una aventura a una isla desierta, a las Fiji. Cuando eres pequeño, la visión del mundo es diferente."

Y sus objetivos y actividades eran muy distintos a los de un adulto.

"Nadar, bucear, pescar sollas o nécoras, ver el fondo marino que estaba limpio por aquel entonces, ir en bicicleta por las tardes a través de los caminos de tierra. En ese tiempo expandido de la infancia que hace a un día parecer una semana", revive Cáccamo.

Continúa la artista:"Recuerdo ir con mi madre a buscar el pescado que los marineros habían pescado con sus gamelas y después vendían en la playa. Son esas embarcaciones con la quilla plana, específicamente construidas para navegar en zonas con olas y practicar la pesca de bajura en playas. Al tener una parte inferior lisa, sin quilla, no necesitan resguardarse en un peirao".

"En mi casa se fomentaba mucho la creatividad. Mis hermanos mayores inventaron una editorial ficticia. Dibujábamos, se hacía escultura y cerámica.En la casa siempre había gente de fuera, era una casa abierta, venían niños y pintores", recuerda la artista viguesa.

A su padre Xosé María Álvarez Cáccamo se le dedicó el Día de las Letras Gallegas en 2008; y también son escritores sus hermanos Xosé María, Alfonso y Celso.

En definitiva, Berta Cáccamo conserva con cariño las imágenes de su infancia, cuando había nutrias en el Lagares:"La concepción del tiemp es muy diferente. Congelado, muy largo; con los años se va estrechando y pasa más rápido. Pierdes esa sensación de desconectar, no tener relojes de pulsera".

Y dedicarse en cuerpo y alma a "cazar lagartijas, jugar a la cuerda, construir espantapájaros con trapos viejos o maderas; cabañas con cañas de aparrear".