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Jorge Alguacil: "Los enemigos de la Constitución son aquellos que no quieren reformarla"

"El de Cataluña es un problema de primer orden que se ha de resolver no solo apelando a los tribunales, sino al entendimiento político"

Jorge Alguacil. // Ángel González

El jurista Jorge Alguacil González-Aurioles (Madrid, 1973) es profesor de Derecho Constitucional.

-Se habla de que gran parte de las profesiones que habrá dentro de unos años, hoy en día no existen. ¿Pasará lo mismo con los delitos?

-Efectivamente pueden aparecer delitos que hoy en día apenas nos imaginamos, sobre todo en lo relativo a las nuevas tecnologías o la informática, que generan la posibilidad de nuevas realidades concernientes al derecho a la intimidad o la privacidad. Primero llega la realidad y después la necesidad de regularla. El derecho va siempre detrás de la realidad, no es otra cosa que una herramienta para solucionar pacíficamente los conflictos, que van surgiendo conforme a la evolución. Se generan nuevos conflictos porque los avances tecnológicos son buenos, pero se pueden utilizar de forma contraria a los derechos fundamentales de los ciudadanos. Si nos quedamos al margen de la realidad, haremos un derecho que no estará conectado con ella.

-Precisamente, la realidad social nos abre los ojos con el problema de la inmigración.

-Es una cuestión muy polémica, que genera un conflicto social muy grande. Al final lo que se plantea es el conflicto de la miseria y la pobreza. Una de las vías para su solución es la ayuda al desarrollo, que se ha visto mermada por la crisis económica. La Unión Europea ha solucionado el problema de la inmigración de una manera que deja bastante que desear, creando muros o vallas con concertinas en países desarrollados y con un acuerdo con Turquía que es bastante lamentable.

-En cuanto a la gestación subrogada, queda un gran trecho por recorrer.

-En España no hay legislación al respecto, está prohibido, no se puede hacer. El problema es que se está haciendo porque hay otros países que sí lo permiten, por lo que únicamente pueden hacerlo las personas que tienen más capacidad económica, mientras que quienes no la tienen no pueden cumplir ese deseo. Por ello, se plantea la posibilidad que se pueda permitir en España, pero nos encontramos con un conflicto entre un deseo, el de la paternidad, y un derecho, el de la madre que está donando su cuerpo para gestar, a su integridad física y su propia identidad. Es un conflicto de difícil solución, que ha de ir encaminado a que no haya una contraprestación a la gestante y que, a su vez, haya un cúmulo de garantías para ella.

-¿Está caduca la Constitución Española?

-Los enemigos de la Constitución realmente son aquellos que no quieren reformarla. La reforma, en el fondo, es una forma de garantía de la Constitución porque o se adapta a los tiempos o deja de ser normativa, de incidir en la realidad. Los que estamos a favor de su reforma somos quien creemos en ella y queremos que marque la vida de los ciudadanos. Quizá el aspecto más evidente es en materia territorial porque la Constitución Española en ese tema es fruto de un falso consenso al que se llegó en 1978. Cuando no se sabe qué decidir, lo que se decide es no decidir y dejarlo todo a un proceso que se ha ido pudriendo hasta llegar a la situación en la que estamos, donde la única salida es ir hacia un sistema federal.

-Se refiere a Cataluña.

-Sí. Me parece un problema de primer orden que requiere una reforma constitucional. Debería llevar a la conciencia de resolverlo no solo apelando a los tribunales sino al entendimiento político. Todo está muy enconado y va al choque de trenes y yo creo que la peor solución en política es la humillación. Se debería abogar por una reforma federal y explorar vías para llegar a un acuerdo. Si hay una mayoría que quiere independizarse, no existe un derecho de autodeterminación, pero sí puede haber un derecho de separarse y una obligación de las autoridades para negociar políticamente los términos. Precisamente para eso deberíamos tener políticos que estén a la altura.

-Esa es la razón de que haya representantes políticos porque la ciudadanía no está capacitada para llevar a cabo esa labor.

-El movimiento constitucionalista parte de la toma de conciencia de la imposibilidad de llevar a cabo la democracia más pura, que es la democracia directa, donde los ciudadanos toman sus decisiones. Eso se podía dar en Grecia, en ciudades-estado con muy poca población, pero la idea del ciudadano que se levanta por la y se dedica únicamente a las funciones públicas desgraciadamente no existe, por eso se crea la figura del representante. El problema es cuando se produce un distanciamiento entre ciudadanía y representantes. Con la crisis económica se ha evidenciado ese distanciamiento, con aquel "no nos representan" del 15-M, derivado fundamentalmente del problema económico. Tenemos los representantes que queremos darnos, no podría haber democracia sin partidos políticos porque no hay otra forma de articular la representación.

-¿Es realmente participativa la ciudadanía española?

-Si participamos poco en la comunidad de vecinos que es el nivel más básico, imagínese en el Estado. Sin embargo, si algo bueno se puede sacar de esta crisis es que ha habido un movimiento social importante. Cuando se quiere participar realmente, se participa, pero falta continuidad. En cualquier caso, la democracia no hace a los ciudadanos virtuosos, los hace libres, pero sí que dota al ciudadano virtuoso de los cauces para participar.

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