Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Rubido Costas: "La mezcla de nacionalidades es uno de los principales atractivos de Singapur"

El vigués forma parte del equipo directivo de la planta de Lonza en el país asiático y es responsable de la cadena de suministro

El vigués Antonio Rubido, durante el atardecer en Marina Bay, en Singapur.

Primero dio el salto de la automoción a la industria farmacéutica y, en unos años, acabó emprendiendo un viaje mucho más largo, de 15.000 kilómetros, desde la planta de Lonza de Porriño a la de Singapur. Antonio Rubido (Vigo, 1978) llegó al país asiático en 2014 para formar parte del equipo directivo y convertirse en el responsable de la cadena de suministro, donde debe garantizar que los materiales llegan a tiempo y que los pedidos se sirven al cliente en el plazo acordado. El mínimo retraso en este ciclo supondría un grave contratiempo al tratarse de productos con un elevado valor añadido. "Asumir un puesto de mayor responsabilidad en otro país y en una planta en la que no conoces a nadie da un poco de miedo pero preferí intentarlo a no hacerlo y preguntarme toda la vida qué hubiera pasado. Tanto mi mujer, Patricia, como yo empezamos a trabajar muy jóvenes y teníamos la espinita de salir", revela.

Desde los 19 años, Antonio compatibilizó sus estudios universitarios con el turno de noche en Citroën. Se tituló en Empresariales, realizó el máster en Logística y en 2006 decidió aprovechar la "atractiva oportunidad" que le ofrecía la multinacional suiza, uno de los principales proveedores mundiales para el mercado farmacéutico y biotecnológico con más de 40 fábricas y centros de I+D en Europa, Asia o EE UU.

Y así fue escalando puestos hasta su responsabilidad actual: "La planta de Porriño favorece e impulsa el crecimiento personal de sus empleados. Ahora mismo somos pocos gallegos en Singapur, pero muchos compañeros estuvieron aquí unos años y después se marcharon a otras plantas extranjeras. Una vez que te mueves le coges el gustillo. Yo extendí mi contrato recientemente por otros 3 años y, a partir de ahí, ya veremos", comenta sobre sus planes de futuro.

La plantilla está formada por unos 450 empleados y, a igual que la población de Singapur, destaca por su multiculturalidad. De hecho, de los 5,5 millones de habitantes de esta ciudad-estado, alrededor de 2 millones son expatriados. "Además de singapureños, en Lonza trabajan franceses, suizos, británicos, norteamericanos, españoles, chinos, indios, malayos o filipinos. Esta mezcla es una de las partes más interesantes del cambio y uno de los principales atractivos del país. Te obliga a cambiar tu manera de ver las cosas y a abrir la mente muchísimo. Aprendes a adaptarte a la forma de actuar de cada persona y a sus preferencias", subraya.

La elevada densidad de ciudadanos extranjeros es consecuencia del estatutos de Singapur como uno de los principales centros económicos y financieros del mundo. Es el mejor país para hacer negocios según el ranking del Banco Mundial, su PIB per cápita está entre los más elevados del planeta y el tráfico de contenedores sitúa al puerto como uno de los de mayor actividad.

"Es increíble lo que Singapur ha conseguido en solo 50 años tras independizarse. Hay muchos incentivos y facilidades para las empresas, como la baja fiscalidad, y en el sector biotecnológico se hizo una fuerte apuesta. Es cierto que un país tan pequeño y con unas barreras geográficas tan claras es más fácil de gestionar, pero te hace preguntarte por qué otros gobiernos no aplican medidas parecidas", reflexiona.

La tasa de desempleo es inexistente, inferior al 2%: "La oferta laboral es tan elevada que las empresas compiten para que sus trabajadores no se vayan". Y entre sus medidas anticorrupción, el país subió los sueldos al primer ministro y a su equipo.

La receta del éxito económico también pasa por la educación y las universidades singapureñas se cuelan en los rankings de las mejores del mundo. "Le otorgan muchísima importancia y los profesores reciben una formación brutal. El programa de aprendizaje del colegio de mi hijo pequeño Mario, de 8 años, es impresionante. Tienen asignaturas obligatorias de ajedrez y programación y el otro día llegó a casa con un videojuego que había hecho él", apunta.

Esta formación dinámica garantiza la capacidad de respuesta frente a los retos del mercado: "Hoy las cosas evolucionan rapidísimo y si no te pones al día estás perdido. El que se crea que por tener un título ya lo ha hecho todo como hace 15 o 20 años está muy equivocado".

Singapur también ofrece vivir en "un verano eterno" con una nutrida oferta de ocio que incluye desde el circuito urbano de Fórmula 1 a las giras internacionales de los principales artistas y cerca de otros destinos exóticos. El único inconveniente, como para cualquier gallego que viaja por el mundo, es el gastronómico. Es posible disfrutar de productos y restaurantes europeos aunque a precios muy elevados. "Hace poco pagamos por una botella de albariño 80 euros y una caña de Estrella Galicia cuesta unos 10. Lo que más disfruto cuando voy a casa es el pescado. ¡Y amenazo de muerte al que me ofrece arroz o pollo!", bromea.

Compartir el artículo

stats