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Mike Savage: "Los valores de la meritocracia se derrumban"

"Sin apoyos de otros no basta con tener talento y esforzarte"

El catedrático Mike Savage, en Madrid. / Fundación Ramón Areces

Entregado a analizar las causas que aumentan la desigualdad en los países más desarrollados, Mike Savage, catedrático de Sociología en la London School of Economics y autor de un libro capital sobre las clases sociales en el siglo XXI, pone precisamente el dedo en la llaga sobre la enorme distancia que separa a las élites del precariado para llegar a una conclusión inquietante en su conversación con Epipress: "Los valores de la meritocracia se han derrumbado". Tras participar en un foro de la Fundación Ramón Areces acerca de "La desigualdad global: un desafío para el siglo XXI", Savage describe un panorama gris, sobre todo, para legiones de jóvenes olvidados por la política de personal de las grandes empresas tecnológicas que se comportan como equipos de fútbol en busca de megaestrellas a las que pagan sueldos estratosféricos dejando al resto en el desamparo. "Cuando unos ganan mucho, otros pierden más", advierte Savage quien ve en el auge de los populismos una revolución de las clases medias y más pobres en contra de unas élites que viven fuera de la realidad.

-Profesor Savage. ¿Cuál ha sido el gran cambio experimentado por las clases sociales en el siglo actual?

-Ha aumentado mucho la brecha entre los ricos y los que no lo son. La clase media se ha diluido, la influencia de los sindicatos ha bajado y los ricos han dejado de ser aristócratas y ahora son empresarios.

-¿Cuántas clases sociales hay hoy?

-Siguen siendo básicamente tres: las élites formadas por personas que han estudiado en grandes universidades y escuelas de negocio, la clase media que se ha descompuesto en múltiples fragmentos y los trabajadores, dentro de los cuales ha aparecido el precariado.

-¿Quiénes forman la clase a la que usted llama precariado?

-Son personas que carecen de un capital significativo, ya sea económico, cultural o social. Puede que hayan tenido hasta una carrera universitaria pero están infraempleados. Suelen ser jóvenes.

-¿Por qué se ha disparado tanto la distancia social existente entre las élites y el precariado?

-Por los cambios económicos que se han producido en los últimos años. Las personas con buenos empleos han aumentado sus ingresos mientras que la clase media ha perdido poder adquisitivo. Conseguir un buen empleo depende ahora más que nunca de ir a una buena universidad y del apoyo que puedan darte tus padres para pagar esos estudios.

-¿A qué se debe el creciente sentimiento anti-élites?

-Se ha producido una unión de la clase media y la clase menos pudiente en contra de esa riqueza que monopoliza la élite que vive de espaldas a la sociedad y fuera de la realidad. Aquí podemos meter también a los políticos.

-¿Está de acuerdo con Picketty en que asistimos al renacimiento de una "clase patrimonial"?

-Totalmente. Se trata de una clase media alta que dispone de más dinero, debido a herencias que les sirven de colchón y se agarran a anclajes tradicionales relacionados con el sector inmobiliario.

-Nos las prometíamos muy felices con la globalización, pero lo que está llegando con ella son cuatro grandes compañías tecnológicas mundiales que arrasan con todo y que pagan grandes sueldos a sus directivos y expertos y nóminas miserables a la gran mayoría de sus trabajadores. ¿Es así?

-Efectivamente. Se puede hablar sin tapujos de explotación porque las empresas fichan a superestrellas con sueldos estratosféricos, pero cuando unos ganan muchísimo otros pierden también muchísimo. La globalización ha convertido a estas empresas en una especie de equipos de fútbol en busca de jugadores estrella.

-Si te quejas, te sustituyen por un robot que no protesta ni tiene que conciliar la vida familiar.

-Pero los robots nunca podrán sustituir trabajos relacionados con la prestación de servicios, la educación o la sanidad. La gente demanda el contacto humano pero es cierto que la irrupción de los robots perjudicará, de nuevo, a los que tienen los trabajos menos cualificados porque se quedarán en el paro.

-¿Cómo influyen hoy la cultura, las relaciones sociales y el dinero en la promoción social?

-La cultura es importantísima y ahora se da un nuevo esnobismo basado en el gusto y en la información. Está claro que no se puede cambiar de clase social de la noche a la mañana porque la clase social no depende únicamente de la economía, sino también de la cultura, que se transmite de generación a generación, y de las relaciones sociales que te proporcionan tanto el dinero como la cultura. Hay ricos famosos en capital económico y otros, los intelectuales, que lo son en capital cultural.

-Los socialistas están desapareciendo del poder europeo. ¿Por qué la socialdemocracia se ha quedado sin respuestas para las demandas de las clases más débiles?

-Vemos que en Inglaterra, los laboristas han subido un poco pero los socialistas bajan en toda Europa porque en vez de atender a las clases trabajadoras se centraron en las necesidades de las clases medias. Tony Blair es el mejor ejemplo de este traspaso. Los más débiles decidieron entonces dejar de votar a los que no protegían sus intereses.

-En cambió los populistas de derechas como Trump o Le Pen y algunos de izquierda como Podemos están en alza. ¿Qué busca el pueblo en opciones ideológicamente tan alejadas entre sí?

-Aquí se enmarca de nuevo el fuerte sentimiento anti-élites que atraviesan los países desarrollados. En la carrera presidencial estadounidense, por ejemplo, Barnie Sanders y Donald Trump se situaron a sí mismos como "outsiders" respecto a Washington. Le Pen apela al nacionalismo, como Trump, protestando contra los inmigrantes y ese discurso cala entre los que ven cómo se estanca su economía mientras las élites ricas se aíslan de la mayoría de las capas medias y bajas de asalariados. Irónicamente, Trump pertenece a esa élite.

-¿A qué gran conclusión le ha llevado el Brexit, referéndum en el que los pobres votaron por salir de la UE mientras que los mejor formados que conviven más con los inmigrantes querían quedarse?

-El Brexit dividió mucho a la sociedad en Gran Bretaña. Se produjo un conflicto en la división de clases que se evidenció en lo que votaron en las ciudades y lo que votaron en las zonas rurales que se sentían marginadas y apoyaron la salida de la Unión Europea. Volvemos a asistir a un relato similar al anterior. Las áreas en las que viven altos ejecutivos y profesionales con buenos contactos votaron por permanecer en la Unión Europea. Las áreas más deprimidas económica, cultural y socialmente marginadas votaron por salir.

-Si los británicos no sabían lo que votaban en el Brexit, ¿no será que el derecho fundamental de la gente a estar bien informada está en quiebra por la caída en desgracia de la prensa tradicional que contribuye a crear una mínima opinión pública sensata y mejor orientada?

-La gente no votó racionalmente sino con un sentido de enfado, ira e incluso miedo a los inmigrantes. Fue algo emocional y la prensa estaba controlada en este caso por personas cuyos intereses no eran favorables a la Unión Europea a la que muchos ven como parte de las élites.

-Hay miedo, los pobres son los que más miedo tienen y los inmigrantes son la amenaza. ¿Es así?

-Creo que no hay tanto rechazo a la inmigración como algunos nos quieren hacer ver. Hay mucha gente que no es racista en las clases trabajadoras y hay racistas en las clases medias que no lo dicen. El problema es que los populistas sí que echan mano de ese discurso contra el inmigrante, sobre todo, los de derechas. El caso es protestar contra las élites.

-Margaret Thatcher decía que si eres pobre es porque lo mereces. ¿Se la puede relacionar en algún sentido con el populismo de Trump?

-Thatcher quería decir que si te esfuerzas y trabajas duro puedes salir adelante en la vida. Pero parte de la frustración que hay ahora es porque la gente se da cuenta de que la educación y el esfuerzo no son suficientes para tener éxito. Si te esfuerzas y tus padres te apoyan con dinero te va a ir mejor que a una persona que trabaje muy duro pero que carezca de ese bastón familiar. Los valores de la meritocracia se están derrumbando. La gente ve que puede tener mucho talento, esforzarse mucho, pero a menos que tengas apoyo de otras personas no será suficiente. Sin embargo, Trump lo que hace es criticar a los liberales diciendo a los americanos que esas élites liberales les mienten. Lo curioso, insisto, es que él pertenece a esa élite liberal.

-El actual líder laborista Jeremy Corbyn ha llegado a decir que se hará más izquierdista. ¿Recuperará el electorado perdido un Laborismo tan izquierdista que aún guarda un buen recuerdo de un personaje tan polémico como Tony Blair?

-Corbyn ha logrado el mejor resultado electoral en años porque prometió subir los impuestos a los que ganen más de 85.000 libras, abolir las matrículas universitarias de 9.000 libras al año para que no las paguen los universitarios y propuso nacionalizar los ferrocarriles u otras áreas del sector privado. Es bastante radical pero son políticas que hace 20 años se hubieran considerado normales. Los recientes atentados yihadistas también le han ayudado porque el Gobierno conservador hizo recortes en la policía y él dice que por culpa de esos recortes pasan estas cosas tan terribles.

-¿Qué opina sobre la llamada economía colaborativa de las GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) y el consiguiente capitalismo sin barreras, orientado hacia la "uberización del trabajo" con empleos penosos y bajos sueldos?

-El sector tecnológico es muy potente. Creo que los gobiernos regulan cada vez más los mecanismos de esta economía colaborativa que produce un cambio importantísimo y no deja de ser una de las fuentes que dan lugar a eso que llamamos precariado.

-¿Hacia dónde va el capitalismo con esta tendencia de las GAFA a monopolizar todas las actividades?

-Todas esas grandes empresas funcionan un poco como los bancos: intentan atraer dinero y muchas de ellas hacen economía off-shore y se llevan el dinero a otros lugares para que sus beneficios no tengan fronteras. Hace falta una política global para frenar este tipo de capitalismo que acaba con las empresas tradicionales.

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