Amigo Jack, creo que deberías pensar seriamente en jubilarte como pirata. Esto ya no da más de sí, chico. Fue bonito mientras duró pero no tiene sentido que alargues más la agonía de un personaje que, sin duda, y aunque nos pese a quienes no lo soportamos, era el alma de la fiesta. Es un momento ideal para dejarlo con la cabeza alta (Hans Zimmer ya lo hizo, aunque sus temas musicales sigan ahí) porque La venganza de Salazar no es el desastre sin paliativos que fue En mareas misteriosas. En Disney se dieron cuenta del horror y planearon una operación retorno similar a la que hemos visto con Star wars y Alien. O sea: vayamos al origen y repitamos lo que funcionó aunque nos acusen de repetirnos.

La saga ya había mostrado síntomas de fatiga en sus secuelas incluso en manos de Gore Verbinski, aunque de este director siempre se podía esperar minutos deslumbrantes que compensaran unos guiones repetitivos e hinchados. Al menos, los cineastas noruegos encargados de esta quinta entrega tienen más empuje que su predecesor Rob Marshall, las escenas de combates están bien resueltas y hay momentos potentes como el ataque de los tiburones zombis o la carga de los piratas corriendo sobre el agua. En todo caso, ¿por qué Disney fue a Noruega a buscar unos eficientes operarios que podría encontrar a patadas en Hollywood? ¿Será porque se manejaron con soltura en las aguas de Kon-Tiki? ¿O los recomendó la anterior "pareja" de Sparrow, Penélope Cruz, a la que dirigieron en la terrible Bandidas? El comienzo es potente con el encuentro en las profundidades del mal entre el hechizado Orlando Bloom y su valeroso hijo. Las batallas navales animan el cotarro y la aparición de Javier Bardem le da a su personaje un toque de viscosa villanía no exenta de dinidad y orgullo. Y qué bien usa la espada en plan matador de toros. No funciona tan bien cuando roza lo caricaturesco. A Geoffrey Rush le han reservado los instantes más emotivos. Merecidos y, sin duda, lo mejor de un desenlace apabullante que se ciñe a la política de los parques de atracciones.

Los sustitutos de la pareja romántica tienen sus más y sus menos. Brenton Thwaites es más soso que Bloom pero Kaya Scodelario tiene un futuro esplendoroso. Como astrónoma que ha catalogado 200 estrellas acusada de brujería lo borda. La apuntamos en la lista de promesas sólidas. ¿Y Depp? No será porque el guión no le busque cosquillas (aparece por primera vez roncando, le vemos embarrado, corriendo por tejados ambulantes, a punto de perder la cabeza, peleando en plan viejo y el mar) pero todo es forzado, previsible, facilón. También es cierto que los directores dominan los planos aéreos pero la comedia les queda grande, solo así se entiende que dos secuencias tan prometedoras como el atraco al banco o la ejecución con guillotina tengan tan poca gracia como la aparición de Paul McCartney. Un final abiertamente empalagoso deja las espadas en todo lo alto para una saga que, si no es cancelada, necesita urgentemente una refundación que vaya más allá de copiarse a sí misma. Eso y buscarte una salida digna, Jack.