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El lobby feroz

Portentosa Jessica Chastain en un eficaz "thriller" de corruptelas políticas

Jessica Chastain, en "El caso Sloane"

El guion de "El caso Sloane" no lo deja claro pero es inevitable pensar que ese emocionante momento en el que la despiadada Sloane es protegida por quien menos se lo espera rompe algo que parecía blindado en su interior. De igual forma que la mirada decepcionada de una mujer a la que traiciona en su infinito dolor sirvió para remover algo en sus entrañas. En su conciencia bien amaestrada de este peso pesado en el mundo de los "lobbys", una mujer sin vida privada: le basta con llamar a un chico de compañía cuando lo necesita, sin compromisos, pagando por el servicio y si te desvisto no me acuerdo.

"El caso Sloane" es una historia de redención y venganza sin moralina y con mucha mala uva pero aunque se ha recordado a Aaron Sorkin por la agudeza de los diálogos su resultado es menos enrevesado y lúcido. No es Sorkin quien quiere sino quien puede pero no se puede negar mérito a un guión compacto de diálogos punzantes (tanto que a veces te pierdes) que solo trastabillea en un desenlace tremebundo más propio de un "thriller" convencional recargado de sorpresas y trampas para epatar al personal que del cine incisivo que pretende ser. En cualquier caso, y más allá de denunciar lo que ya sabemos sobre las corruptelas de Washington y el hecho fecal de que el dinero puede cambiar voluntades e influir en las leyes, el verdadero valor argumental de la película es convertir a personaje despiadado y sin escrúpulos, obsesivo y con la conciencia blindada contra los remordimientos, en una defensora de una causa justa, con el contraste a veces incómodo que eso trae consigo. Y que la jugada salga bien, incluso extraordinariamente bien en varios momentos, es gracias al portentoso trabajo de Jessica Chastain. Verla trabajar es un lujazo.

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