El profesor Manel Rives (Carballo, 1970) tiene clara la importancia de las tecnologías en el aprendizaje. Sobre este tema hablará en el I Foro Educación FARO DE VIGO que el diario decano ofrecerá el 27 de mayo en Vigo.

-¿Cuál será la línea maestra del taller que impartirá en este Foro de la Educación?

-Voy a impartir un taller, que no es un taller al uso, que versará sobre la creatividad y el uso de dispositivos móviles y multitáctiles para el proceso de aprendizaje. Destacaría sobre todo el desarrollo de la creatividad, que está muy demandada por la sociedad pero muy poco explotada por la escuela. Se nos dice que tenemos que tener trabajadores creativos, sin embargo la escuela como sistema educativo no está dando respuesta a esta necesidad.

-Una queja que he oído de docentes es que los niños tienen pizarras digitales pero...

-(Interrumpiendo) Yo soy anti PDI (pizarra digital interactiva). Si hay un elemento tecnológico que no viene a ayudar sino más bien lo contrario es la pizarra digital. Yo siempre digo que las pizarras digitales son Mordor; el profesor, el Señor de los Anillos y Frodo, un alumno que será llamado por el profesor para tocar ese encerado mientras los otros compañeros quedan mirando. Estas aulas llamadas aulas digitales no lo son tanto. Un aula digital no es un ordenador para el docente. Un aula digital es la tecnología en manos del alumnado. No se trata de tener el mismo libro de texto para formato digital. Eso es un error enorme del concepto de aprender. Ni siquiera debería haber libros tal cual los conocemos en manos de los niños, sino que estos deberían estar desarrollando proyectos para crear productos digitales, defenderlos, comunicarlos a una audiencia, para salir a internet.

-Pero, ¿cómo se consigue dar ese paso?

-Llevamos generaciones de niños, padres y abuelos que han sido enseñados de la misma manera. En ella, el profesor, encargado de la emisión de contenido, explicaba y era el que tenía la información. Los que estaban sentados no tenían otra forma de acceder a esos de retazos de información. Hoy en día no es así; hoy en día, cualquier información está accesible y almacenada digitalmente. Entonces, nuestro papel como docentes tiene que ser otro. A los políticos, les da pavor abandonar el sistema clásico; y a los docentes también les cuesta abandonar ese rol de emisor de contenidos para proponer experiencias diferentes al alumnado. Esas experiencias conllevan una parte afectiva enorme: trabajar con pares iguales, de forma colaborativa, trabajar productos digitales únicos y diferenciados de otros... Eso, en general, el profesorado no lo sabe gestionar y tampoco lo facilita el sistema.

-¿Y qué papel juega el talento?

-Hay que potenciar la búsqueda del talento pero después hacen una ley para estandarizar. Nuestra sociedad no tiene que ver con la de hace 30 años pero enseñamos igual y las familias esperan lo mismo porque es lo que conocen por eso les da miedo el cambio.

-Hay profesores que se quejan de que empieza el curso y les ordenan dar asignaturas a las que son ajenos y que no están seguros de cómo abordar.

-Se hace todo un poco a salto de mata. La gente se ha metido con mucho con la reválida y no es que yo la defienda pero me parece que es más peligroso estandarizar al alumnado. Además, al profesorado en general nos falta mucha formación en metodología. Los profesores se ven agobiados. Las planificaciones son a salto de mata. No puede ser que tú escojas aula a 1 de septiembre y que en diez días tengas que presentar la programación cuando podías haber arreglado todo eso en tres meses antes.

-En cuanto a la alfabetización digital, ¿cuál sería la edad idónea para iniciarse en ella?

-No hay una edad ideal; debería ser un proceso muy gradual. La gente piensa que se trata de usar al 100% del tiempo los dispositivos tecnológicos y no es así. También hay que aprender a saltar de un árbol, mojar los pies en un charco y cruzar un río. Estamos acostumbrados a ver a los niños solos junto a sus padres jugando con un móvil o la tableta para que no nos molesten mientras los mayores hablamos de cosas interesantes; eso no es alfabetización digital. Tampoco es cierto que los niños sean nativos digitales. Los niños son buenos en las consolas de videojuegos porque les gusta; en las redes sociales estilo Twitter o Facebook, porque es en ellas donde se mueve su grupo de iguales; y en YouTube porque es la gramola del siglo XXI. Pero, sácalos de esos tres elementos y verás que, por ejemplo, no saben hacer una presentación efectiva. A los niños, no les enseñamos cómo usar el audio, vídeo o la música. Se dice que eso no es importante, que lo importante es llegar a un examen. Eso no es aprender, es pasar el filtro. Pensemos cuánto recordamos de COU o Segundo de Bachillerato. Prácticamente nada. Aprobamos, sí, con nota, pero no retuvimos. Aprender es hacer tuyo ese conocimiento.

-Entonces, usted no es partidario de evaluar.

-Tenemos que empezar a evaluar menos y a valorar más. Nuestro sistema se basa en la evaluación y eso es un error. Nos pasamos todo el tiempo decidiendo qué se evalúa y muy poco pensando qué siente y cómo vive el alumnado mientras aprende.

-¿Cree que usar las redes sociales para aprender ayudaría a sanear el uso violento que algunos alumnos hacen de ellas?

-La propuesta es hacer un uso creativo y artístico de los elementos digitales. Es normal que se cree alarma pero en pocos centros se usan las redes sociales para enseñar a los niños a utilizarlas bien. La red social no es la culpable, sino nuestro comportamiento en ella. Tenemos que trabajar nuestro comportamiento.

-Usted, en sus charlas, habla mucho de los seres sentipensantes.

-Es una forma muy elocuente de determinar qué tenemos que buscar en los alumnos, que no tienen que se solo personas lógicas sino que tienen que tener empatía, tienen que emocionarse y emocionar a los demás. Para eso, es esencial tener en cuenta la artes. Ahí, nuestro sistema educativo flaquea.

-¿Cómo enseña usted a través de las herramientas digitales?

-Se deben emplear para generar contenido pero hay que cambiar la metodología y trabajar por proyectos o retos. Ahí, los chicos dejan de ser pasivos para ser activos, incluso acaban siendo proactivos y te proponen hacer algo más complicado. Ahí, el rol del profesor pasa a ser el de liderar el grupo, proponer ideas, ver qué problemas hay o ser un defensor de la calidad. Ahora, en mi colegio, estamos con un proyecto de realidad virtual. Es un proyecto que se llama creaRVigo del blog de aula http://tigresegallifantes.wordpress.com, donde mi alumnado de siete años da a conocer y explica zonas de Vigo mediante vídeo, audio e imágenes en entornos de Realidad Virtual que creamos entre el docente, el alumnado y las familias.