El 70% de las personas obesas llega a tener hígado graso. La dolencia, no obstante, también puede ser desarrollada por personas con un índice de masa corporal normal. Hasta ahora, se desconocía la causa de que este último grupo pudiese padecer la enfermedad. Una investigación gallega que, ayer, publicó la prestigiosa revista científica Nature ha facilitado más luz en este asunto al demostrar que la falta de una proteína (la p53) puede hacer que se disparen los índices de grasa en el hígado.

La investigación -que descubre nuevas dianas frente a esta dolencia que podrían dar pie a nuevos fármacos en un futuro- ha tenido como clave a la compostelana Begoña Porteiro (1985), del CIMUS (Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas) de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), dentro del grupo de Metabolismo Molecular que dirige el vigués Rubén Nogueiras.

El estudio ha demostrado que las proteínas p53 y p63 regulan la cantidad de grasa que almacena el órgano hepático, lo que podría revertir la esteatosis (hígado graso), primera fase de una dolencia cuya evolución puede derivar en esteatohepatitis, fibrosis, cirrosis o incluso cáncer de hígado.

Este grupo gallego de investigación lleva estudiando este asunto desde hace cinco años. "Nos fijamos -señaló Porteiro a este diario- en estas proteínas porque teníamos en el laboratorio un modelo animal que carecía por completo de la proteína p53. Empezamos a estudiar su metabolismo. Encontramos que los ratones que no tienen dicha proteína acumulan más grasa en el hígado".

El siguiente paso constituyó en probar en otros animales la falta de dicha proteína. "Deducimos que la deficiencia en esta hacía que el hígado almacenese más grasa", apuntó la científica gallega.

La importancia de este estudio radica en que "creamos futuras dianas para que, en el futuro, se pueda desarrollar algún medicamento que aceptase la expresión de la p53 o p63 y pudiese revertir la presencia de esa grasa".

Estas proteínas se podrían sintetizar de forma química o mediante otros mecanismos. No obstante, la investigación, de momento, se ha realizado solo en el laboratorio con animales. El paso a humanos en estudios clínicos llevaría más tiempo y autorizaciones.

El descubrimiento de la joven gallega -que ha realizado su carrera de Medicina y máster en Compostela, donde también trabaja en su tesis- es muy revelador ya que, en el ámbito de la investigación, hasta ahora, ambas proteínas eran más conocidas como supresoras tumorales en el ámbito del cáncer porque regulan el ciclo de las células.

"Para mí -confesó-, es un orgullo muy grande que una investigación desarrollada en una universidad gallega llegue a publicarse en una revista de tan alto impacto a nivel internacional. Es el culmen de un estudio de muchos años".