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Marlén López: "El futuro apunta a la arquitectura viva y dinámica"

"Aplico la adaptación de las hojas de las plantas al diseño de fachadas", defiende

Marlén López. // Marcos León

"Soy arquitecta en una escuela de ingenieros estudiando las plantas", dice como resumen Marlén López, a modo de ejemplo de que los profesionales de su campo deben "perder el miedo a salir de la zona de confort porque es increíble lo que se puede aprender con diferentes puntos de vista". Se define como arquitecta biodigital y su tesis doctoral versa sobre cómo incorporar a los edificios del futuro las enseñanzas de diseño y funcionalidad que aporta la naturaleza, en especial de las plantas. Defiende una arquitectura capaz de reaccionar ante el entorno para conseguir edificios más eficientes energéticamente: edificios realmente vivos.

-¿Qué es la arquitectura biodigital?

-Es la suma de dos términos: "bio", porque lo que hago parte de una base de investigación en el campo de la biología. Y "digital" porque eso se lleva a cabo a través de nuevas tecnologías, como la arquitectura paramétrica o las impresiones 3D.

-Pero no se trata simplemente de "copiar" las formas naturales.

-No, sino de fijarse en los procesos que la naturaleza utiliza: intentamos diseñar dispositivos o mecanismos que lo emulen. Por ejemplo, las adaptaciones en las hojas de las plantas las aplico a sistemas de fachadas con capacidad para adecuarse a diferentes zonas climáticas. Aplico la adaptación de las hojas de las plantas al diseño de fachadas.

-Ponga ejemplos.

-Las plantas en climas fríos se adaptan a heladas, escasez de luz, falta de agua (porque está congelada). En climas cálidos, ocurre todo lo contrario. Pero en nuestros edificios abusamos de calefacción o aire acondicionado. En su día se hizo alguna propuesta de fachadas cinéticas (con capacidad de movimiento o de reacción), pero recurren a mecanismos que implican gasto de energía y tienen difícil mantenimiento. En mi caso se intenta emular a la naturaleza con materiales activos, que no necesitan estímulos eléctricos: es decir, nos basamos en sus propiedades físicas o químicas y su diseño geométrico, que les permitan doblarse, hincharse o deshincharse.

-¿Y ya existen aplicaciones posibles en la actualidad?

-Hay ejemplos, pero este asunto está muy verde. Tenemos problemas en el cambio de escala: debemos hacer que lo que funciona en las probetas lo haga también a gran tamaño. Es un campo en el que los arquitectos no nos fijábamos demasiado hasta hace poco.

-¿Hacia dónde va el futuro de la arquitectura?

-El futuro apunta a una arquitectura viva, dinámica, capaz de autogestionarse, más parecida a la naturaleza. Eso implica dialogar e interactuar con el entorno, adaptarse a los requerimientos del ocupante. Con esto se pretende rebajar del consumo energético. Todas las políticas apuntan ahí, al consumo casi mínimo. Y se busca una arquitectura fabricada, más que construida.

-¿La crisis ha rebajado el pedestal de los arquitectos estrella?

-Pertenezco a una generación que para suerte o desgracia no vivió esa época de esplendor, que sí está dando paso a una nueva forma de hacer arquitectura. La crisis ha mermado el volumen de trabajo. Esto no sólo se vive en la arquitectura, sino en otros ámbitos: lo "eco" y lo "bio" están de moda y estamos más concienciados.

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