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Patricia Planas: "Vivimos la masonería como un camino de perfección personal"

"No somos una secta ni adoramos a Satanás"

Patricia Planas. // GLFE

Cuando apenas tenía veinte años, la masonería se cruzó por casualidad en el camino de Patricia Planas (Barcelona, 1968), la Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España, una obediencia de varias logias donde las mujeres reivindican en tenidas secretas su propia sabiduría huyendo de pensamientos provincianos y caciquiles en busca de una verdad transformadora de la sociedad a través del perfeccionamiento individual. Está en la cúspide pero sabe que su próximo paso es hacia el puesto más humilde de la hermandad para vigilar la privacidad de sus reuniones.

La joven estudiante de Psicología Patricia se quedó impactada al descubrir sin pretenderlo un artículo sobre masones, un grupo, entendió ella, formado única y exclusivamente por hombres que aspiraba a un conocimiento superior para reinterpretar el mundo. Aquel impacto fue madurando lentamente en su cabeza hasta que veinte años después llegó al convencimiento de que tenía que dar un paso al frente. Al conocer que desde 1984 funcionaba en Barcelona la primera Logia Femenina "Luz Primera" auspiciada por la Gran Logia Femenina de Francia desaparecieron todas sus dudas. Por fin podía cumplir su sueño: ser masona entre masonas. Así empezó un largo periplo para entrar en 2006 en "Luz Primera", donde hay inscritas veinticuatro hermanas.

"Me hicieron tres entrevistas para ver si podía encajar en la logia, luego me presentaron al resto de las hermanas y más tarde se produjo la ceremonia de iniciación", revela sin aportar más datos de un momento "secreto, imposible de expresar" que le abrió las puertas de la hermandad para encontrarse consigo misma, "dejando afuera la superficialidad en que había vivido hasta entonces". "Sigo siendo la misma", afirma con rotundidad, "pero me conozco mejor y soy más tolerante".

"Me gustaron los valores que defienden y entendí claramente que no iba a entrar en una secta sino que formaría parte de un grupo de personas que defienden sobre todas las cosas la tolerancia, la libertad, la igualdad, la fraternidad y el laicismo", explica mientras toma a pequeños sorbos un té en la cafetería de un hotel de Barcelona.

Patricia Planas habla en voz baja, casi susurra sus palabras. "No es que practiquemos secretismo alguno", precisa, "pero creo que no es necesario alardear o descubrir sin el respeto debido la labor de las masonas", añade convencida de que el oculto mundo de las logias sigue siendo un misterio para la gente por falta de una información correcta que se hunde en el piélago de confusión que inunda internet. "No somos una secta ni adoramos a Satanás", proclama para refutar las suspicacias que despiertan los más de 4.000 masones españoles, entre los que destaca por no ocultar su pertenencia el exministro socialista canario Jerónimo Saavedra. En las logias femeninas trabajan cerca de 600 mujeres muchas de las cuales, al igual que la mayoría de hombres, se resisten a desvelar su condición de hermanos.

"Casi todos vivimos la masonería como un camino de perfección personal que no tenemos por qué airear", se justifica la Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España. Los hay también que se callan su adscripción a las logias para evitar los chascarrillos de familiares y amigos. Pero lo cierto es que el número de masones aumenta en España mientras surgen signos de renovación interna como la decisión de algunos de sus miembros de salir del armario de la logia sin complejos o la apertura de sus puertas a las mujeres, hasta no hace mucho cerradas para ellas a cal y canto. Cada vez se acercan a las logias personas más jóvenes y más formadas", asegura Planas, quien a pesar de no restar méritos a las logias mixtas se siente más cómoda en las exclusivamente femeninas. "Cuando acudimos a foros internacionales estamos todos juntos pero para reflexionar me siento mejor entre mujeres", reitera.

"Mi padres no pusieron pega alguna cuando les dije que era masona pero pasaron tres años antes de hacer la confesión". No fueron tan condescendientes sus hermanos y amigos. "Ellos habían recibido la mala información que circula por la Red", lamenta, "pero aquí estoy yo para explicar en líneas generales lo que hacemos y cuál es nuestra labor", en un afán por sacudir de las sociedades secretas el tufillo que las impregnan la ignorancia, la mentira y el fanatismo. "La verdad es que no cuento a todo el mundo que soy masona", reconoce, "porque muchos todavía te miran como si fueras algo raro cuando se lo comentas".

La Logia "Luz Primera" se reúne el primer y tercer miércoles de cada mes. Todas las hermanas acuden a la cita vestidas de negro riguroso y exponen todo tipo de temas, evitando los religiosos y políticos, en un ordenado turno de palabra "para favorecer el respeto mutuo". Creen que un mundo mejor es posible y acatan el significado de los misteriosos símbolos procedentes de los canteros medievales que adornan los rituales masónicos de acuerdo con la tradición. La especulación filosófica, la racionalidad y la libertad de interpretación iluminan sus debates. "Trabajamos con la razón en una estricta democracia interna y dentro de una estructura jerárquica cimentada en tres grados: aprendiz, compañero y maestro", revela. Son reuniones en las que se aplican ritos muy antiguos para perfeccionar su trabajo con la metáfora de "pulir la Piedra" hasta convertirla en un sillar cúbico de proporciones perfectas hasta encajar en el templo de una humanidad mejor, más sabia y más libre.

"Somos hermanas libres y de buenas costumbres que aceptamos las normas y leyes de la sociedad y somos capaces de tomar nuestras propias decisiones para actuar con criterio y libertad de conciencia, pensamiento y acción", proclama Planas, elegida Gran Maestra en 2015. Su mandato concluirá el próximo año con la satisfacción de haber alzado sin complejos la voz de las masonas por todo el mundo. Cuando terminen sus tres años de venerable maestría, Planas pasará a ocupar el puesto más humilde de la logia: el de guardiana de las tenidas para que nadie ajeno ose penetrar en sus reuniones secretas.

A lo largo de la historia, recuerda Patricia Planas, los masones fueron perseguidos, encarcelados y hasta asesinados. "Uno de los episodios más duros para las logias se vivió durante la dictadura franquista", apunta, cuando los hermanos fueron sometidos con saña y obligados al exilio. No fue hasta 1979 cuando se legalizó la masonería en un país dominado hasta entonces por un rancio catolicismo que invocaba a cada paso la conjura judeomasónica contra el régimen. "No soy practicante y no me identifico con ninguna religión", confiesa la maestra, madre de un niño, psicóloga de profesión y coordinadora de la Liga Reumatológica Catalana, una ONG que trata de paliar los sufrimientos asociados a esta patología.

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