Conviven malamente dos películas en "Imperium". La primera de ellas es un convencional producto de intriga policiaca que nos sabemos de memoria en el que un agente se infiltra en una organización de villanos para pillarlos con las manos en la bomba y mandarlos a todos a prisión. Y ahí no se ahorran lugares comunes: desde el momento en el que el infiltrado se ve entre la espada y la pared porque sus nuevos colegas van a dar una paliza a unos inocentes y tiene que hacer algo para impedirlo sin que le descubran hasta la escena en la que un conocido del agente le descubre con sus nuevas compañías y se ve en un buen aprieto, pasando por la rapidez inaudita con la que el topo se gana la confianza y el respeto de los monstruos en un abrir y cerrar de ojos.

Todo ese material, con las consabidas reuniones entre el agente y su jefa o sus maniobras para ganarse la confianza de las bestias y acceder a sus planes para desbaratarlos es el mismo que alimenta innumerables telefilmes o capítulos de series fabricadas al por mayor. Sin ningún valor.

En cambio, "Imperium" ofrece más puntos de interés con dos ramales de la historia que, por desgracia, no tienen la importancia que debieran, pero sí la suficiente para no arrojar la película entera al olvido. Por un lado, el infiltrado (correcto Daniel Radcliffe, si pasas por alto que pintas de ex veterano de la guerra tiene más bien pocas) conoce a un tipo de bestia humana que no lo parece: ese padre de familia amable, cariñoso con sus hijos, amante de la música clásica y con aspecto de persona normal es, en realidad, el peor de todos porque bajo esa apariencia cordial y cuerda se oculta, en realidad, un tipo capaz de organizar una matanza para servir a sus ideas repulsivas de supremacía blanca. Y, por otro, cuando la jefa le deja caer a su agente solitario y asocial que lo eligieron a él porque iba a entender mejor a sus investigados (a comprender sus razones, vaya), y por ende, a ser aceptado por ellos, está diciendo que la línea que divide la cordura de un hombre de la ley de la locura racista y asesina es más fina de lo que parece.