El botánico y meteorólogo Baltasar Merino Román, el mayor conocedor de la flora gallega, será el homenajeado este año en el Día da Ciencia en Galicia, una celebración promovida por la Real Academia Galega de Ciencias (RAGC).

El homenaje, que coincide con el primero centenario del fallecimiento del investigador, fue aprobado unánimemente por los académicos, que destacan el papel de Merino como autor de la primera caracterización exhaustiva de la flora gallega además de los primeros trabajos de climatología aplicada realizados en Galicia.

Aunque el acto académico de homenaje tendrá lugar el 4 de octubre, la RAGC tiene previsto, con apoyo de la Fundación Barrié, contactar con todas las instituciones científicas vinculadas al investigador para organizar en los próximos meses actividades de divulgación sobre su obra.

En la figura de Merino destaca su vocación tardía, ya que comenzó a practicar la botánica con casi 50 años, y su carácter autodidacta. De formación humanística, formó parte de un grupo de científicos denominados "aficionados" que lograron paliar con su dedicación y entusiasmo el inmovilismo de la investigación universitaria de la época en algunos campos de conocimiento.

En el prólogo de su obra de referencia, "Flora descriptiva e ilustrada de Galicia", advierte, en referencia a sus numerosísimas expediciones científicas por el territorio gallego, que "el campo, en gran parte, bien puede asegurarse que queda segado; pero falta aun espigarlo, particularmente en los puntos más elevados de las provincias de Ourense y Lugo". Sobre este trabajo pendiente, Merino temía, con razón, que tardara mucho tiempo en retomarse, al tiempo que mostraba su recelo afirmando: "Y quiera Dios que no nos lleve la delantera algún extranjero". En efecto, pasaría alrededor de medio siglo hasta que la flora gallega volviera a ser estudiada con intensidad.

Baltasar Merino nació en 1845 en Lema (Burgos) y, con 15 años, ingresó en la Compañía de Jesús. Fue enviado a Cuba, Estados Unidos, Francia y Puerto Rico, destinos en los que inició la labor docente que lo llevaría en 1880 a Vigo, donde vivió hasta su muerte en 1917 y desarrolló toda su faceta científica.

Durante veinte años, Merino impartió clases en el Colegio Apóstol Santiago de A Guarda. El centro contaba con un avanzado observatorio meteorológico del que Merino fue director y uno de sus alumnos en aquella época fue el astrónomo Ramón María Aller.

En el 1900, con 55 años, dejó la docencia para dedicarse en exclusiva a la investigación. Sus trabajos en botánica se caracterizaron por un gran esfuerzo empírico de recogida de muestras y observación, en un momento en el que la carencia de medios y de bibliografía sobre el tema eran limitaciones.