La aparente paz de un pequeño pueblo pesquero gallego se perturba con la llegada de una enorme ballena moribunda. El olor nauseabundo que desprende dispara las tensiones, ansias de venganza y rencores acumulados durante la reciente guerra civil. Este es el argumento sobre el que gira "Waelrad o la historia de la ballena que llegó para quedarse", la edición en castellano de la primera novela que publicó hace 22 años en gallego el escritor y periodista vigués Álvaro Otero. El autor de "Días de agua", "De mar y de muerte", "El esplendor" y "Las noches con Claudia" reflexiona sobre el bello y complicado oficio de la escritura al que, asegura, no es capaz de resistirse.

-Veintidós años después de publicarse en gallego, "Waelrad" regresa en castellano, ¿cómo la lee usted mismo en estos momentos?

-Ahora me siento mucho más reflejado en el libro que antes, cuando escribir en castellano en Galicia no estaba muy bien visto. El original de "Waelrad" era en castellano pero, para ajustarse a las características de la colección, tuvo que ser traducida al gallego, un idioma que no domino literariamente. Han pasado 20 años y yo también he cambiado; mi estilo se ha refinado y simplificado. Hice una revisión del texto, aunque sigue totalmente fiel al original. Soy un escritor de producción lenta pero tengo el convencimiento de que firmaría de nuevo todos mis libros.

-La historia de una ballena varada que revoluciona por unos días la vida del pueblo la hemos visto también en la Galicia real.

-Sí, es curioso porque ha habido casos muy parecidos a los que relato en el libro y muchos lectores me enviaban mensajes para comentármelo. Este es un libro corto pero que ha tenido fieles seguidores desde el principio. Esta edición, además, cuenta con las ilustraciones de Xulio Formoso, que tienen un punto barroco, como el libro, que me encantan y lo enriquece.

-Con la excusa del olor nauseabundo que desprende la ballena muerta, dibuja una serie de personajes en el libro que escapan totalmente de los estereotipos.

-Nunca he estado a favor de los buenos y los malos, creo que siempre hay que entrar en los matices. Mis militares o los religiosos no son como parecen... A pesar de ser una novela corta me interesa siempre penetrar en la psicología de los personajes y en sus matices y recovecos. Siempre aspiro a que los personajes estén vivos.

-Firma el prólogo en Rusia...

-Estaba en Vioshenskaya, el pueblo donde nació Mijaíl Shólojov, autor de "El don apacible", un escritor apasionante que descubrí hace un año. Fue tan grande el impacto que me produjo que decidí ir a su tierra y estar durante tres días sumergido en su obra. He viajado en los últimos años varias veces a Rusia porque una parte de mi nueva novela transcurre allí.

-¿Cree imprescindible viajar a los escenarios donde suceden sus historias?

-Soy periodista, para lo bueno y para lo malo, y eso me produce una obsesión por corroborar los datos que traslado a mis novelas. Me parece esencial conocer si la calle en la que paseaban mis personajes en Rusia en 1933 se llamaba realmente así, si aquel edificio existía entonces...

-¿En qué momento se encuentra esa nueva novela?

-Llevo tres años trabajando en ella y por lo menos me quedan otros tres para completarla. Es un misterio cómo surgen las historias; "Las noches con Claudia" nació al escuchar un bolero... El afán por contar historias y recrear mundos está en cada uno y siento que hay que cumplir con ello para tener una vejez serena.

-Compaginar la escritura con el periodismo implica un sacrificio considerable. ¿Merece la pena?

-Cuando un lector te cuenta los sentimientos que le ha producido uno de tus libros todas esas horas en soledad, esa disciplina férrea para poder escribir, desde luego que merece la pena.

-¿Imagina sus novelas en el cine o convertidas en series de televisión?

-Hubo intentos de llevar "El esplendor" a la televisión pero no terminó de cuajar. Es una novela sobre los movimientos sindicales de los 60, que nacieron en Galicia, algo que no se ha llevado al cine todavía y que podría dar mucho juego. La estética industrial de Vigo me parece muy cinematográfica.