Figura del toreo casi desde que se doctoró como matador de toros en 1974. José Ortega Cano (Cartagena, 1953) comparte sus experiencias dentro y fuera del ruedo.

-Ha coincidido con varias generaciones de figuras.

-Siempre había que dar la cara. Antes y ahora. Pero las épocas han cambiado, aunque sigue habiendo la misma rivalidad. Comentaba mucho con mi mujer, que en paz descanse, Rocío Jurado, que éramos afortunados por haber conocido cuatro décadas de nuestra profesión, ella en la copla y el flamenco y yo en el toreo.

-¿Se parecen los toros y el flamenco?

-Siempre han estado muy cercanos aunque ahora no tanto. En otra época, los toreros, después de la corrida, para celebrar el éxito, se iban a un "tablaíto" flamenco. Rocío me contaba que en sus comienzos, el tablao "Los Canasteros", de Manolo Caracol, era el sitio donde iban las figuras y los aficionados. La copla se hizo realidad con Cúchares y "La Piconera". Digamos que yo era Cúchares y Rocío "La Piconera" (risas).

-¿De qué generaciones habla?

-Conocí a Domingo Ortega y a Marcial Lalanda a quien escucharle hablar de toros era una maravilla. Fui amigo personal de Antonio Ordoñez y Luis Miguel Dominguín. Toreé con Paco Camino, "El Viti" y "Paquirri". Después con Manzanares padre, "Espartaco" o Julio Robles. Con todos había competetitividad.

-¿Con cuál hubo más competencia?

-Hay dos momentos clave, los dos en la plaza de Las Ventas. Uno es con Julio Robles, la tarde que le hicimos seis quites a un toro mío. Competitividad bonita porque éramos amigos en la calle aunque nos picábamos en el ruedo.Y el mano a mano con César Ricon que cortamos tres orejas cada uno. También me gustaba torear mucho con Paco Ojeda porque te lo ponía muy difícil.

-Usted indultó el único toro en la historia de Las Ventas. ¿El hito del toro "Velador" se hizo más grande con el tiempo?

-En el momento no me sirvió para mucho. Tuve la mala fortuna de que el toro tardase dos horas, de reloj, en volver a los corrales tras ser indultado. Se hizo de noche y se intentó de todo, se apagaron las luces y dejaron solo encendida la de los chiqueros, sacaron perros, cabestros pero no había manera y el triunfo se diluyó.

-Hubo quien se alegró por Víctor Barrio, deseó la muerte de un niño en Valencia que quería ser torero y hace una semana pusieron una bomba en la plaza de toros de Bogotá. ¿Qué le ha pasadado al toreo que está acorralado?

-Me gustaría poder responderle. Creo que no tiene que ver con que a un sector de la gente no le gusten los toros. Aquí se utiliza el estar en contra de los toros para ser antisistema de todo. Por desgracia, nos estamos deshumanizando, todos. Antes veías a una persona mayor y te levantabas del asiento para cederle el sitio y ahora no.

-¿Son más duras las cornadas del toro o las de la prensa del corazón?.

-Decía Rocío que en su época había mucho respeto en la prensa del corazón. Lo que a nosotros nos ha tocado vivir son las cámaras escondidas, cerca de casa par a ver si te pillan, pero lo he llevado bien. He tenido muleta para templar en la calle también (risas).

-¿Y cuándo es contra su familia?

-No nos coge de sorpresa. Me llevo bien con la prensa del corazón, me respetan. No he cobrado en mi vida por un programa aunque tampoco pasa nada por hacerlo.

-¿No sintió un linchamiento en la época después del accidente y lo que vino después?

-Lo malo trato de olvidarlo porque es la solución para mantenerse joven, de no sufrir o al menos lo menos posible y trato de llevar la vida templadamente.