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Ana Torres Jack: "A nadie le gusta fregar; hay que repartir tareas porque mamá también quiere ocio"

"Los niños no pueden lidiar en solitario con los contenidos del ordenador, la tele o la Play"

La psicóloga y orientadora educativa Ana Torres Jack . // FdV

Desde los mensajes en las letras del 'reggaeton' a que los cambiadores de bebés estén solo en los servicios de mujeres. Ana Torres Jack explica en su nuevo libro que estamos rodeados de mensajes y situaciones que esconden "machismos y micromachismos". En "Máis aló do azul e do rosa", publicado por Galaxia, esta orientadora aporta claves para prevenir la desigualdad de género y la violencia machista desde la familia.

-¿Los niños ya tienen un mapa de desigualdad cuando empiezan el colegio?

-Los recién estrenados escolares llegan con una instantánea fija en sus retinas, que es el modelo que sus padres les ofrecen diariamente desde casa: quizás las madres, como ocurre en la mayoría de los casos, dediquen mucho más tiempo a las tareas domésticas que los padres, así como al cuidado de personas dependientes. La mayoría de los chicos llegan habiendo pasado muchas horas delante de las pantallas (dibujos animados, publicidad, videojuegos...) desde las que ya recibieron de forma potente la enseñanza estereotipada de lo que debe ser un hombre (fuerte y protector) y una mujer (hermosa y cosificada).

-¿Se hace bien la educación en igualdad en las aulas?

-Cada vez mejor aunque todavía hay micromachismos y machismos en libros de texto, en el patio del recreo... Y el ejemplo de los centros hay que cuidarlo mucho: ¿cómo es posible que ante un claustro de profesorado con un 90% de mujeres, en un 90% de los casos los directores sean hombres?

-Habla en el libro de los peligros de la sobreprotección...

-El aprendizaje de lo que se vive es el que deja la pegada más fuerte en las conexiones cerebrales que se forman en la infancia. En cuanto al reparto de las tareas domésticas entre todos los miembros de la familia, además de ofrecer un buen modelo, es cuestión de acordar normas, establecer rutinas y formar hábitos en los hijos e hijas. Y si no se cumple lo pactado, establecer consecuencias. ¡A nadie le gusta fregar! Pero si queremos que todos los miembros de la familia (¡incluida mamá!) dispongan de tiempo libre, de ocio, no hay más remedio que asumir el reparto equitativo de responsabilidades.

-¿Percibes regresión en los valores de los adolescentes?

-Creo que los estereotipos sexistas entran con mucha facilidad por los ojos. Y estas nuevas generaciones han visto millones de imágenes que machacan con clichés masculinos y femeninos, cada vez más dicotomizados por el interés del mercado. Y, por desgracia, en la mayoría de los casos nuestros hijos e hijas lidian en solitario con esos contenidos audiovisuales ante la pantalla de la televisión y del ordenador o de la Play. También lo hacen en soledad cuando se enfrentan a las redes sociales, que es su mundo... Y pasa lo que pasa. No podemos dejarlos solos ante las pantallas. Tenemos que estar a su lado tanto en la vida real como en la virtual hasta que desarrollen sus propios criterios.

-¿Cuál es el vínculo entre educación en igualdad y el futuro comportamiento en pareja?

-La relación es directa: si en la infancia se recibiese una educación en igualdad, con las mismas oportunidades, obligaciones y derechos para hombres y mujeres, la futura relación de pareja muy probablemente sea igualitaria y respetuosa. Si, por el contrario, un niño, una niña, crece en un entorno en el que se le transmite la idea de que la mujer debe estar a disposición del hombre, de la casa, de los hijos... pues es muy probable que las relaciones sentimentales se ajusten a esos estereotipos. También podemos hacerlo bien desde casa y en la adolescencia nos sorprendan mostrando comportamientos machistas hacia sus parejas (medios de comunicación, amigos o sociedad ejercen fuerte influencia).

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