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María González: "La violencia empezó un año antes de ese empujón que alarmó a los padres"

"La duración media del conflicto son dos años, pero para nuestra percepción es muy superior"

María González, ayer en Teis

-¿Realmente perciben un repunte tan elevado de casos?

-Es más trabajo de los sociólogos que de los psicólogos explicar si era un fenómeno que antes existía pero estaba enmascarado, y se ha visibilizado, o es que realmente es nuevo y de nueva aparición. Lo que es cierto es que la sensibilización social es reciente y a raíz de los datos de la Fiscalía General del Estado se empezaron a mostrar este tipo de delitos. La investigación, una mayor conciencia social, y los medios de comunicación han hecho que cada vez se ven más casos.

-En la citada memoria de Fiscalía se dice que "es el resultado de un modelo educativo fracasado, carente de pautas de autoridad y valores definidos".

-Seguro que muchos casos son debidos a una falta de autoridad clara por parte de los padres, pero la investigación en el ámbito clínico nos demuestra es que no es solo eso. El problema es producto de muchas variables: falta pautas claras por parte de los padres, o no se supervisa el cumplimiento... Pero muchas veces se nos olvida la calidad de la relación y es un factor de riesgo, que tiene que ver con los padres y los educadores. Muchas veces nos encontramos con padres muy críticos, que etiquetan muy negativamente de forma verbal a sus hijos y eso es una semilla, que va a contribuyendo a una conducta violenta. Aunque de una forma más sutil, también utilizan la violencia. No es un maltrato en el que haya agresiones o lesiones físicas. Uno de los factores que más nos ayuda a predecir que un hijo agredirá a su padre, es que sus padres los hayan agredido previamente.

-¿No cree que existe un problema de límites?

-Hay muchos más factores que nos ayudan a explicarlo, como problemas de consumo de drogas, la conceptualización de la violencia, la crispación desde diversos ángulos. Probablemente los modelos educativos hoy premian la inmediatez. No se entrena a los menores a no tener las cosas de forma inmediata: si no se cumple todo lo que yo quiero, es probable que ejerza la violencia. También hay una baja capacidad de la frustración,.

-Así que vivimos las consecuencias de tenerlo todo a nivel de consumo.

-No solo tienen que ver cuestiones materiales, sino cuestiones de derechos. Ejemplo: quiero salir ya y no me dejan. Pues la frustración que me produce estar castigado sin salir, me hace reaccionar con violencia. El resultado es que mis padres me dejan salir porque es la única forma de frenar esa violencia y eso perpetúa ese patrón de comportamiento. Supongo que en muchos casos, los progenitores también reaccionan de forma violenta; la violencia de los hijos es difícil de soportar.

-Verán también a padres frustradísimos.

-Hay una cuestión fundamental: el impacto de la violencia es grandísimo en los padres. Sufren muchísimo: tienen sensación de fracaso, vergüenza... Y también es importante que los menores acabarán viviendo las consecuencias negativas de sus actos. Y digo por suerte, porque eso es lo que ayuda muchas veces a que comiencen a cambiar.

-¿Cuánto tiempo de media soportan esa situación en los hogares antes de recurrir a un profesional?

-La duración media del problema es de dos años, pero la percepción que tenemos nosotros es que es superior; normalmente es un conflicto de más larga evolución. Es difícil que surjan de manera espontánea. Muchas veces le preguntamos a los padres ¿cuándo comenzó el problema? y nos contestan "hace tres meses me empujó". Pero el problema no ha empezado ahí, se viene fraguando de tiempo atrás, meses en los que el chaval está más difícil. Resulta que empieza a insultar un año atrás, pero los padres no conceptualizan como un problema, no lo categorizan como violencia. Los profesionales sabemos que ahí es donde está empezando la violencia y que con el paso del tiempo ha ido progresando, aunque los padres pongan el inicio en el empujón.

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