Ha pasado de ser "el cura bueno" de Tábara a ser "el cura de la vergüenza". El hombre "cercano" con el que tomaban café, el sacerdote que "nos dio la comunión, nos casaba y enterraba a nuestros muertos", el referente de la Iglesia en el pueblo durante casi tres décadas se convirtió ayer de la noche a la mañana en protagonista de un episodio "oscuro y desagradable que nos molesta que esté relacionado con el nombre de nuestro pueblo".

El municipio zamorano de Tábara amaneció ayer sobrecogido por el primer caso de pederastia en Castilla y León verificado por El Vaticano. Tras conocer los detalles, a todos los tabareses les viene el mismo episodio a la cabeza: el homenaje que el pueblo rindió al expárroco con motivo de su despedida. Elogios, una placa y alabanzas para un cura que, en aquel momento, ya había sido suspendido y apartado por cometer abusos sexuales cuando era profesor a finales de los años 80. Sin embargo, "fue capaz de volver al pueblo, recoger la placa y recibir nuestros aplausos... ¡por la puerta grande! Eso no se hace", lamentan los vecinos del municipio, convencidos de que "no tenía que haberlo recibido".