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Paquito D'Rivera: "No hay dictadura que caiga declarándole la amistad, la de Cuba tampoco"

La figura del 'latin jazz' actúa el domingo con la sinfónica Vigo 430 en el estreno de su temporada

Paquito D'Rivera. // FdV

"Le llamo desde Vigo", le informo. "Y yo 'Para Vigo me voy", responde Paquito D'Rivera (La Habana, 1948) desde Nueva York, usando el título de la conga que, de pequeño, tantas veces escuchó tocar a su autor, Ernesto Lecuona. Era amigo de su padre, Tito, un conocido saxofonista y director cubano bajo cuya tutela se convirtió en un niño prodigio de la música. Hoy es ya una leyenda del latin jazz y regresa a Vigo -de la que recuerda el sabor de un bogavante junto al mar y la abundante lluvia bajando una cuesta- para abrir la temporada sinfónica de la Orquesta Vigo 430. La cita con esta fusión es el domingo a las 19 horas.

-Sobre el escenario del Mar de Vigo, el domingo mezclarán el jazz y la clásica. ¿Qué suponen estos dos estilos para usted?

-La historia de mi vida. Mi padre fue un saxofonista clásico, que nunca tuvo habilidad para improvisar, pero le gustaba mucho el sonido de Stan Getz, la orquesta de Duke Ellington y la de Benny Goodman. Crecí escuchando todo tipo de música, pero sobre todo jazz y música clásica. De eso y para eso he vivido toda mi vida.

-Mezclando la estructura de la clásica y la espontaneidad del jazz?

-Exactamente. Es un tema de contrastes. Ellington dijo una vez que solo había dos tipos de música, la buena y la mala. Yo trato de hacerlo lo mejor que puedo, así que?

-Viene a Vigo no solo en la faceta de intérprete, sino también como compositor. Tocarán una de sus obras, "Cape Code Concert". ¿Qué representa para usted?

-Fue un encargo de la sociedad de música de cámara de Cape Code. Al principio se llamaba "Cape Code Files" y era una obra para clarinete y piano. Una empresa de cañas para clarinete me dio un presupuesto para orquestarla. Es la que tocaremos en Vigo, con Pepe Rivero al piano. Me divertí mucho escribiéndola y me alegró de que su estreno europeo fuera en España, un sitio que quiero tanto y que aprecia mi música.

-¿En qué nuevos proyectos está embarcado?

-Estoy preparando dos cosas muy importantes. Un concierto grande, con coro, sinfónica y big band con el Museo de Historia Natural de Nueva York. Y la otra pieza, de la que no he escrito ni una nota y estoy un poco nervioso, se llama "La fantasía del arroz con frijoles", para clarinete, chelo y orquesta. Voy a estrenarla en Washington con el violonchelista Yo-Yo Ma y la orquesta sinfónica nacional.

-Está metido de lleno en la composición.

-Sí, me encargan cosas. Me pone un poco nervioso porque me quita tiempo de soplar el instrumento. Pero eso es lo que queda. La música se la lleva el viento, pero lo que uno graba o compone se queda para la historia.

-Como sus 14 Grammys Latinos. ¿Cuándo se pierde la cuenta?

-La pierdo siempre, porque nunca he trabajado para ganarlos. Estoy tan ocupado trabajando que los premios me hacen feliz un día y al día siguiente se me olvidan. El premio es esta profesión que me dio mi padre y el placer de haber trabajado con gente que me hizo la vida muy feliz.

-También le está cogiendo gusto a escribir. Ya va por el cuarto libro sobre sus vivencias, "Cartas a Yeyito". ¿Tiene muchas historias que contar?

-Este último es un epistolario con un estudiante de música imaginario; una oportunidad para contestar a muchas preguntas que me han hecho. Siempre tengo muchas cosas graciosas que contar. No solo sobre mí, sino de toda la gente que he conocido y es de lo que más me gusta hablar. Me encanta escribir y tengo muchas ideas, pero demasiado trabajo.

-A sus 68 y actuando en público desde los 6, ¿no se plantea tomarse un descanso?

-Si paro pierdo el compás. No veo que me vaya a detener en un futuro próximo. Lo haré cuando me muera y no lo tengo pensado por ahora.

-¿Cree que los cambios introducidos en Cuba son irreversibles?

-¿Y cuáles son esos?

-Hacia la apertura.

-¿Cuál es la apertura? Cuando ustedes abrieron España, lo primero que hicieron fue sacar al dictador. ¿Se imaginan una apertura con Franco en el poder? Yo no me la imagino cuando el presidente antes de morir elige a su hermano como presidente y ahora este ya habla de otro familiar como próximo candidato para 2018.

-Entonces, ¿no está de acuerdo con el proceso que inició Obama?

-No, no lo estoy. Jamás lo estaré con los pactos con un dictador y tampoco creo que sea una apertura. Cuando uno se baña se pone limpia o no se pone ropa limpia sin bañarse, así lo aprendí de mi familia. Hay que quitarse todo el churro de 58 años de comunismo. La gente tiene esa esperanza, pero yo no.

-¿Qué espera de Trump?

-Quién sabe. Es un tipo medio loco. Dice una cosa hoy y otra mañana. A mí me pone nervioso y es la primera vez en mi vida que no sé qué esperar, aunque después de 58 años de dictadura, no me puede sorprender nada. Trump no va a estar más de 8.

-Pidió asilo en la embajada de EEUU en España hace ya 35 años. ¿Se plantea volver por Cuba?

-Jamás pediré permiso para volver a mi país. Hay que llenar una solicitud para un pasaporte cubano por un año, me pondrían una visa cubana... Un absurdo ¿Y para ver qué? ¿Cómo me robaron mi casa y cómo han destruido el país?

-Echará algo de menos.

-Sí, pero echar de menos en mi país es como cuando a uno se le muere la abuelita. La extrañas muchísimo y al cabo de seis meses ve y sácalo. Ya no es tu abuelita. Es mi país, lo extraño. Ya veremos lo que nos depara el destino. Mientras el mundo siga haciendo de "cuchi-cuchi" a los Castro? No ha habido jamás ningún gobierno dictatorial que haya caído a base de declararle la amistad y las buenas intenciones. La de Cuba, tampoco.

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