El detector de mentiras de la biología molecular, la secuenciación del ADN, acaba de revelar el por qué de la situación de riesgo de extinción del lince ibérico. Científicos españoles, coordinados por la Estación Biológica de Doñana (adscrita al CSIC) han podido constatar la "extrema erosión" que sufre el ADN de este felino. Una realidad que condiciona su adaptación a nuevos hábitats. En esa labor han sumado esfuerzos 50 científicos pertenecientes a grupos de investigación de 12 instituciones, dos de ellas extranjeras, que cubren áreas diversas, como bioinformática, genómica, evolución, conservación u oncología.

Los investigadores, liderados por José A. Godoy, han conseguido leer y ordenar 2.400 millones de letras del ADN de "Candiles", un macho nacido en la población de Sierra Morena que actualmente forma parte del programa de cría en cautividad del lince ibérico. Se trata del primer genoma de referencia de un mamífero que se genera íntegramente en España. Para avanzar en este trabajo, publicado en Genome Biology, se han utilizado nuevas técnicas de secuenciación y desarrollado procedimientos novedosos, a fin de generar un borrador de genoma de calidad con un presupuesto limitado.

En total, se han podido identificar 21.257 genes, un número similar al del ser humano y otros mamíferos, y se han comparado con los del gato, el tigre, el guepardo o el perro. Al término de ese trabajo, financiado por Banco Santander y gestionado por la Fundación General CSIC, los científicos concluyeron que el del lince ibérico es uno de los genomas con menor diversidad, incluso inferior a otros mamíferos amenazados como el guepardo o el demonio de Tasmania, o de aves, como el ibis japonés o el águila de cola blanca. Junto a la erosión genómica extrema de esta especie, los científicos han podido concretar algunos cuellos de botella demográficos, con tres etapas bien diferenciadas en ese declive. La primera de ellas, hace 300.000 años, cuando el lince ibérico comenzó a divergir de su hermano el lince boreal o euroasiático. Ambas especies continuaron cruzándose e intercambiando genes algunos años cuando la climatología permitía la expansión de las especies y su consiguiente coincidencia en la península Ibérica y el sur de Europa. El último de esos declives demográficos, del que no ha podido recuperarse, ocurrió hace 300 años. Todo ello sumado a la destrucción del hábitat del lince ibérico durante la última mitad del siglo XX y las dos grandes epidemias víricas que ha sufrido el conejo, su principal fuente de alimento, han diezmado por completo la especie.