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Juan Manuel de Prada: "El éxito es un espejismo"

El escritor presenta su obra, 'Mirlo blanco, cisne negro', basada en su propia vida

El periodista Víctor Blanco y el escritor Juan Manuel de Prada, ayer en el Club Faro. // J. Lores

El escritor Juan Manuel de Prada ha vertido en su última novela las cabriolas de su propia vida como escritor. Ayer presentó en el marco de la charlas coloquio de Club Faro Mirlo blanco, cisne negro (Espasa), de la que dijo es su novela "más personal" y "sincera", pero donde sobre todo hace una afilada crítica sobre el éxito.

Presentado por el periodista Víctor Blanco, quien destacó la variedad temática de la obra, Prada reflexionó, al igual que en su libro, sobre el éxito y fracaso en la vida literaria. "Un escritor siempre tiende a identificarse con lo último que ha escrito", comenzó diciendo para justificar su aseveración de que en este libro "hay mucho" de él mismo ya que parte de sus experiencias como escritor. "La considero muy confesional y desgarradora a la vez que humorística", puntualizó.

Mirlo Blanco, cisne negro recoge la tóxica relación entre un joven escritor muy prometedor y un novelista relegado al ostracismo tras un triunfo que parece haber secado su capacidad de creación. Ambos son proyecciones "desmesuradas" de la personalidad de Prada en sus diferentes etapas como escritor. En este ambiente literario, el autor abunda en críticas al mundo editorial y a los medios de comunicación y profundiza en el significado del éxito, de las modas y el fracaso.

El triunfo del joven escritor de la novela es homólogo al que él vivió cuando, con 27 años, ganó el Premio Planeta. "Vender medio millón de ejemplares te proyecta de una manera impresionante y el éxito te sacude de manera brutal", contó el escritor que subrayó que "el éxito es una mentira, un espejismo, lo que genera, ese aplauso y la adulación, es mentira". Además, narró algunas anécdotas pintorescas venidas a raíz de esta notoriedad, como que Roberto Verino le ofreció ser imagen de su colección. "Por suerte lo rechacé, o podrían verme en fotografías con el torso juvenil desnudo", bromeó con el público.

Además del morbo suscitado al abrir la puerta de un mundo seductor para los lectores como es el literario, algunos han querido ver en los personajes a escritores reales. Aunque Prada advirtió que la novela no debe "leerse en clave", sí reconoció que el carácter de Camilo José Cela o Francisco Umbral, con los que tuvo trato personal, han servido para vestir a uno de los personajes. Sin embargo, defendió que estos mismos rasgos, que los hicieron más populares entre la prensa, no se correspondían con el carácter que mostraban en la intimidad y los achacó a un personaje creado por ellos mismos.

El reclamo social al que Prada se vio sometido con sus primeras novelas le hizo vivir situaciones "grotescas" que caracteriza en el libro a través de los saraos literarios. El escritor criticó el trato que se da a los creadores y el flaco favor que hacen las editoriales al dejarse guiar por criterios puramente mercantiles: "Vivimos en una sociedad podrida, muy repugnante, donde a un escritor no se le denuesta por la literatura que hace sino por cosas ajenas a ella".

Su segundo episodio vital más señalado fue la crisis que tuvo a los 37 años y que se refleja en el personaje del viejo escritor condenado al olvido. "Saldaña es yo hace unos años, cuando incluso me planteé dejar de escribir". El ruido editorial, una crisis de estilo y un mal momento personal provocaron dudas en Prada sobre su vocación. Se debatió entonces entre continuar con su firma más juvenil, lo que consideró que sería convertirse en "una caricatura" de sí mismo; dejar de escribir, cuestión que acabó descartando por su necesidad de ejercitar la pluma; o seguir evolucionando como escritor "desoyendo a los aduladores".

Esta etapa fue para él un "vía crucis", una "estación dolorosa" en la que tuvo que pelear para repudiar el éxito y poder volver a trabajar. "Estuve cinco años sin escribir en mi casa, esos años me dediqué a los medios de comunicación, pero descubrí que tienen aspectos muy destructivos". Prada desprestigia a estos canales en el libro, al igual que hizo ayer, especialmente a la televisión, en la que él tantas veces apareció como tertuliano durante esos años de sequía literaria. "Me avergüenzo y arrepiento de haber participado en tertulias políticas", aseveró.

Pero Juan Manuel de Prada sobrevivió a todo eso, lo que prueba, según destacó, que su vocación literaria es "muy auténtica" y que tiene "más ganas que nunca" de continuar trabajando.

Un homenaje a las mujeres de su vida

  • Los personajes más positivos de este libro son las mujeres. Destacan dos, las novias de los principales protagonistas. "Son los personajes más luminosos, más positivos y los más inteligentes también", destacó el escritor. Según expresó, en su opinión las mujeres tienen "una serie de virtudes en su confrontación con la realidad que pueden hacerlas superior al hombre" ya por su "prudencia" y su mejor "radiografía" de las situaciones.Estas características, vertidas en las figuras femeninas, mantienen a los protagonistas pegados a la realidad, ya que los masculinos tienden más a la divagación o fabulación. En la novela permanecen fieles a los escritores, sus parejas, en ocasiones desvelando situaciones tal y como han ocurrido, alejándolas de las percepciones erróneas de los personajes masculinos."He querido hacer un homenaje a las mujeres que me han acompañado en mi vida, especialmente a mi madre y mi mujer", declaró Prada, quien aseveró que ellas habían estado en sus momentos "menos agradables". En su faceta como creador reconoció tener periodos en los que se mostraba irascible y donde se creaban situaciones tensas ya que el escritor "se encierra en su concha", una vertiente recogida en la novela. De esta manera las mujeres llevan a los autores "por el buen camino". "El creador, por una parte, repudia la vida en pareja porque le aparta de la creación, pero a la vez la necesita porque la tarea le deja muchas heridas y necesita recomponerse a través de la pareja", analizó. Prada recordó que aunque algunas personas se hagan una imagen rutilante del escritor, se trata de un oficio "solitario y anodino" que en ocasiones saca las peores cualidades de una persona.

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