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Cerdán define a Paesa como "el espía perfecto" y "un trilero"

El periodista recuerda que el individuo que ayudó a huir a Roldán se quedó con los 1.500 millones sustraídos y que jamás pisó la cárcel en España

Imagen del público que asistió a la conferencia en el Auditorio Municipal do Areal, en Vigo. // Ricardo Grobas

"Paesa es un personaje incómodo para el poder político; conoce las alcantarillas del Estado, así que, cuanto más lejos, mejor. No interesa que vuelva a España". De esta forma se refirió a Francisco Paesa en el Club FARO el periodista Manuel Cerdán (Caspe, Alicante, 1954). Su libro "Paesa. El espía de las mil caras" inspiró la película de Alberto Rodríguez sobre este personaje, que salió del anonimato por haber ayudado en la huida de España y posterior entrega a los cuerpos de seguridad del Estado del entonces director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, protagonista de un sonado caso de corrupción en 1993. Pese a que se quedó con los 1.500 millones sustraídos por el político socialista -sostiene Cerdán-, Paesa, que se ocultó en París, "jamás se ha sentado en un banquillo en España ni ha pasado por un calabozo en nuestro país. Ni siquiera asistió como testigo al juicio de Roldán", destacó.

Presentado por el también periodista Rafael López Torre, quien destacó el arduo trabajo de investigación que Cerdán realizó para desenmascarar a Paesa y escribir "El espía de las mil caras". El libro lo ha reeditado Plaza y Janés tras el éxito de la película de Alberto Rodríguez, director de "La isla mínima", y que se basó en uno de los capítulos de la obra de Cerdán.

Para el que fuera director de "Interviú", Paesa es "un verdadero trilero, un personaje camaleónico que reúne todas las personalidades". "Es el espía perfecto: puede combinar la delicadeza de un diplomático, la astucia de un banquero suizo, la osadía de un traficante de armas, la dulzura de un gigoló y el descaro de un vendedor de alfombras del zoco de Marrakech. Y todo ello sin inmutarse", explicó.

Entre las hazañas de Paesa, el periodista destacó "fabricar en Cartagena un vodka con la etiqueta Paesa para el mercado ruso, vender arroz vietnamita a los chinos, cuando ambos países estaban en guerra; engañar a un general de ETA vendiéndole unos misiles con detectores vía satélite, obtener un pasaporte diplomático para escabullirse de las órdenes de detención de Garzón o convencer a la policía de que el dinero de Roldán era suyo". Pese a que nadie como Paesa domina el arte de la convicción para seducir a sus presas, Cerdán asegura no sentirse afectado en absoluto por ningún "síndrome de Estocolmo".

El autor de "El origen del GAL" (1997), junto al también periodista Antonio Rubio, con el que formó tándem periodístico algunos años, señaló que si lo de Paesa hubiese ocurrido hoy, el escándalo hubiera sido muchísimo mayor, "viendo la que se ha organizado con lo del ministro Soria", en referencia a los papeles de Panamá. "Eran grandes escándalos que hemos superado, afortunadamente, y en los que Paesa estaba siempre en el centro de la vorágine".

Siempre según la investigación de Manuel Cerdán, el espía al que ha dado vida en el cine el actor Eduard Fernández cobró 300 millones de pesetas en metálico por entregar a Luis Roldán y se quedó con los 1.500 millones que se había apropiado el director de la Guardia Civil. "Roldán nunca estuvo en Laos, fue un montaje que Interior consintió para justificar la entrega", aseguró.

El periodista alicantino, que hizo para "Cambio 16" la primera entrevista a Paesa (1990), mostró en primicia durante la charla imágenes en vídeo que muestran cómo se acercó al espía en París el 28 de noviembre de 2005. Paesa, que en aquel momento pasaba por muerto -en 1998 llegó a publicar una esquela en "El País" simulando su propio fallecimiento- reaccionó con violencia, aunque al final accedió a hablar, asegurando que le había devuelto todo el dinero a Roldán, en metálico y en maletas.

Cerdán cree que el empresario, espía y diplomático sigue viviendo en París, no se esconde y hasta renueva su pasaporte en el Consulado de España en la capital gala. Montó su cuartel general en un lujoso ático de la Avenue Matignon, a cien metros de los Campos Elíseos, a 300 de la Torre Eiffel y cerca de la Embajada de Israel, que tiene unas medidas de seguridad extremas. Así se puso a salvo de ETA, que puso precio a su cabeza tras el engaño de la venta de misiles de la operación Sokoa; y de la mafia rusa, que le buscó por haberle estafado 20 millones de euros al multimillonario ruso Alexander Lebedev.

En definitiva, para Manuel Cerdán, Roldán y Paesa fueron "el Rinconete y Cortadillo" de la etapa de corrupción socialista de los noventa, y el segundo, "un personaje que necesitan los estados para hacer el trabajo sucio".

"La policía de Belloch me sometió a un seguimiento vergonzoso"

  • Durante la charla, conducida por el periodista Rafael López Torre, el considerado uno de los mejores periodistas de investigación de España -y maestro de otros desde la universidad- evitó destripar el libro y la película, pero reveló algunos datos hasta ahora inéditos. Contó que fue el comisario Manuel Ballesteros, ya fallecido, el que encargó a Francisco Paesa presionar a la testigo María Ángeles Balsategui para que cometiera perjurio en favor de los agentes José Amedo y Michel Domínguez, procesados por los GAL. Aquel episodio, en 1988, acabó con el anonimato de Paesa, que fue visto por los periodistas en la puerta del Hotel Velázquez de Madrid presionando a la testigo. Investigaron la matrícula de su coche y hallaron su identidad.Antes de aquello, Paesa vivió como un gigoló, un personaje de la jet set que fue novio de Dewi Sukarno, la que fuera una de las esposas del presidente indonesio Sukarno.Como traficante de armas participó en la venta de pistolas Sig Sauer a ETA, una operación de Interior fallida, ya que los terroristas tiraron las cajas que contenían los chips localizadores ocultos. Más tarde logró venderles misiles SAM 7 con los que ETA pretendía volar el avión de Aznar o del rey cuando visitasen San Sebastián. Esta vez los chips localizadores estaban en la carcasa de los misiles y pudo desactivarse la cúpula financiera de ETA. Fue la operación Sokoa (1986), que también reveló la lista de los empresarios extorsionados. "Aquel fue el único servicio útil de Paesa al Estado", dijo Cerdán, que desveló que la policía del entonces ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, le sometió a unseguimiento vergonzoso" durante cuarenta días. "Iban detrás de mí en coche".

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