Una de las vitrinas más curiosas e íntimas de la exposición muestra un reloj del Celta que el padre del Nobel, Camilo Crisanto Cela y Fernández -que fue uno de los socios fundadores del equip vigués-, regaló a su hijo. Además, se puede ver una castaña que su padre encontró en la playa y que, como se cree en Galicia, al ser hallada en un lugar en el que es extraño encontrarlas, daba suerte al escritor y por eso, para no perderla, decidió engarzarla a un anillo. También aparece en ese espacio un ojo de cristal que, según contaba el novelista, ganó en una partida de cartas durante la Guerra Civil en un bar de Extremadura a un hombre que ya no tenía nada más para jugarse.