Leonor, Princesa de Asturias, y su hermana, la Infanta Sofía, fueron ayer la envidia de todos los niños de Madrid y, si apuran, de España. No siempre se puede uno saltar un día de colegio sin que le pongan falta y, además, acompañando a los Reyes de España.

Con permiso de sus padres, la mayoría de los focos señalaban ayer un único punto, a las dos niñas, de 11 y 9 años, divertidas con tanto revuelo, en un acto tan solemne como la apertura de las Cortes. Sofía tomó la iniciativa al bajar del coche que trasladó a las pequeñas, separadas de sus progenitores, desde el Palacio de la Zarzuela hasta la Carrera de San Jerónimo.

La Infanta salió tan apresuradamente del vehículo que fue la primera en saludar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y a las demás autoridades que daban la bienvenida a la comitiva real, rompiendo sin querer el protocolo.

En segundo plano, y con cierta timidez inicial, apareció Leonor, impulsada por su madre, la Reina Letizia, para que acelerase el paso y se colocara por delante de su hermana, como corresponde a la heredera de la Corona.

Los periodistas apostados frente al Congreso bromeaban: "¡Hala! ¡Qué bien, hoy sin cole!", mientras las hijas de los Reyes atravesaban la calle hasta llegar a la Puerta de los Leones.

La Infanta Sofía se mostraba muy atenta a cómo su padre pasaba revista a las tropas, mientras Leonor saludaba a las personas que observaban el acto en los balcones.

Se da la circunstancia de que la primogénita del Rey asistió a su primera apertura solemne de legislatura con la misma edad con la que lo hizo su padre: a los 11 años.

Privilegiados fueron aquellos que asistieron al acto desde los balcones que dan a la plaza de las Cortes, mientras otros no tan afortunados tuvieron que conformarse con aclamar a la Familia Real desde la plaza de Neptuno debido a las fuertes medidas de seguridad que han acompañado a los monarcas.

"¡Viva el Rey! ¡Viva España!", se escuchó. Decenas de periodistas siguieron el evento desde la tribuna situada frente a la Puerta de los Leones. Expectación mediática atenta al más mínimo detalle.

Como ocurre siempre en estos actos, algunos comentaban los atuendos elegidos por diputadas y ministras y también el de la Reina, mientras otros aguantaban la respiración con el tropezón de la senadora del PP Adelaida Pedrosa mientras bajaba las escalinatas principales del Congreso.

Tras el desfile y la salida de los miembros de la Familia Real en sus coches oficiales -entre ellos el fastuoso Rolls-Royce Phantom IV-, el protagonismo pasó al Gobierno.

Los agentes que controlaban el área destinada a los periodistas tuvieron que lidiar con reporteros que ansiaban preguntar a ministros, diputados y senadores tras el acto y también a algunos curiosos que al final consiguieron colarse en la tribuna.

Espontáneos que se resistían a marcharse a pesar de que los Reyes ya se habían ido: "Para una vez que vengo a Madrid...", rogó una de ellas a un policía.

Felipe VI habló con sus hijas para explicarles algo referente al momento tan importante que estaban a punto de presenciar.

Muy cariñoso y cercano con ellas, el Rey acarició el pelo de su hija Sofía mientras esta le hablaba muy sonriente. A la salida, doña Letizia se mostró muy atenta a sus dos hijas, y Leonor se despidió saludando desde el coche.

Doña Letizia escogió para esta jornada tan importante un vestido que estrenó en el Día de la Hispanidad de 2014 y que lució meses después en los Premios Nacionales del Deporte. Es un vestido-abrigo verde de Felipe Varela elaborado en tweed y crepé y que cuenta con una cremallera central con adorno trenzada. Para completar su look, se decantó por sus pendientes Tous de esmeralda verde y pelo recogido. Para la Princesa y la Infanta optó por vestidos sueltos en rojo y gris, respectivamente, combinados con bailarinas de la casa Pretty Ballerinas.