Suspense no hubo pero emociones sí. E intensas. Que Dolores Redondo era la ganadora del premio Planeta con "Todo esto te daré" empezó a circular como rumor insistente la noche del viernes y en la mañana del sábado se daba por hecho entre quienes mejor descifran las señales que se emiten en el entorno del galardón.

Leyendo entre líneas las palabras de algún miembro del jurado, rastreando a partir de los escuetos argumentos de las diez novelas finalistas y atando cabos con nombres que pudieran encajar en el perfil vencedor se lograba un retrato robot perfecto de la autora de tres títulos exitosos que en pocos años la convirtieron en una de las autoras de novela negra con más alcance nacional.

Así que a muy pocos les sorprendió que en la cena de gala donde se fueron descartando títulos -en presencia de unos relajados Reyes de España y de un Carlos Puigdemont tirando a huraño- el nombre de Redondo fuera finalmente el que sonó como gran triunfadora en una noche especial: 65 años ya de Planetas.

Cuando Redondo subió al escenario para dar su discurso de agradecimiento y explicar de qué va su novela, la emoción le estranguló la voz, la respiración se le hizo difícil y sus ojos brillaban. Antes, el finalista Marcos Chicot con "El asesinato de Sócrates" había conseguido conmover también a los espectadores (prensa, famosos de todo tipo y condición -de Risto Mejide a Julia Otero pasando por Karlos Arguiñano-, escritores, políticos, financieros...) al explicar que debía su paso definitivo como escritor al nacimiento de su hija Lucía con síndrome de Down.

Ambos escritores venían de una curiosa historia sobre el galardón: ella se había presentado siendo una desconocida y él quedó cuarto un año pero su novela no fue publicada después. Ella lo dejó bien claro: era un sueño de adolescente hecho realidad. Él negó que fuera una "venganza".

En la rueda de prensa posterior, el psicólogo Chicot llevó la voz cantante recibiendo más preguntas y dando respuestas más largas que la ganadora, aunque ésta también se explayó con su novela con tanto detallismo que el jurado y escritor Fernando Delgado, con fino humor, pidió la palabra para rogar a periodistas de preguntas XL y autores que acortasen sus intervenciones para que el acto no terminara a las cuatro de la madrugada.

Y es que a las ocho de la mañana los dos autores -cumplido el trámite festivo de celebrar el éxito en el bar con amigos y ganadores- debían estar listos para iniciar una andanada de entrevistas cortas previas a la segunda rueda de prensa. En primera fila, familiares de ambos observaban y grababan las escena sin disimular tampoco la emoción que les embriagaba.