Suena el móvil. Nuevo mensaje en un grupo. Alguien ha compartido un vídeo. Pulsamos el "play". Ante nuestros ojos podría reproducirse uno de esos vídeos virales; grabaciones de gran difusión en poco tiempo. A través de Internet se cuelan en nuestros teléfonos móviles simpáticos bebés, perros intrépidos y, entre tanto, escenas eróticas que pueden ser constitutivas de delito. La amalgama sexo y teléfono móvil da lugar al "sexting" (unión de las palabras en inglés "sex" -sexo- y "testing" -verbo que describe el envío de mensajes-). El "sexting" engloba la difusión de imágenes y vídeos sexuales a través del móvil, en principio, de forma consentida entre parejas. Pero, ¿quién puede asegurar que sólo el destinatario verá el contenido?, ¿qué consecuencias tiene su difusión?

El pasado miércoles, los términos "Vídeo+Jugadores+Eibar" obtuvieron más de un millón de búsquedas en Google. Los usuarios rastreaban Internet en busca del vídeo erótico de los futbolistas del Eibar, Antonio Luna y Sergio Enrich, con una chica. Este tipo de vídeos no son algo nuevo. Grabaciones "legendarias" como la de una joven asturiana manteniendo relaciones sexuales con varios chicos en un parque, ya rondaban por los teléfonos móviles de los jóvenes de los 90. Entonces no existía Whatsapp pero todo el mundo lo había visto y el que no, se lo inventaba. Casi como el episodio de Ricky Martin, el perro y la mermelada en el programa de televisión "Sorpresa, sorpresa". Hoy, smartphone en mano, la historia es diferente. Las aplicaciones de mensajería instantánea y las redes sociales, han hecho de nuestros móviles auténticas armas de difusión masiva. Precisamente Whatsapp sirvió de conducto para viralizar la escena sexual entre un jugador del Real Avilés con una profesora de la comarca. Son muchos los ejemplos. Demasiados. La Fiscalía General del Estado constata cada año un incremento del sexting y advierte de que son los jóvenes los que están más expuestos por su contacto con las nuevas tecnologías. La cara más amarga de esta viralidad enfermiza la pone las consecuencias psicológicas para los implicados. El mes pasado conocíamos el caso de Tiziana Cantone, una chica italiana de 31 años que se quitó la vida después de perder el trabajo y tener que mudarse por la difusión, por parte de su exnovio, de un vídeo en el que practicaban sexo. Ella sufrió lo que se ha bautizado como "pornovenganza", el uso más común del sexting.

¿Cómo actúa la ley ante la difusión de contenido sexual? La reciente reforma del Código Penal es clara: compartir vídeos íntimos sin permiso es delito, aunque la grabación se haya realizado con consentimiento. Un delito castigado con penas de prisión de tres meses a un año. En España, el caso más mediático lo protagonizó Olvido Hormigos, exedil de Los Yébenes (Toledo), al viralizarse un vídeo erótico suyo sin su consentimiento. ¿Por qué se hacen virales unos contenidos y otros no? Ni la publicidad, interesada en hacer volar sus campañas, tiene la fórmula secreta pero sí apuntan a que la clave podría estar en conseguir que la gente hable de ello. Condición que cumplen a la perfección los vídeos sexuales.