Alguien se refirió a él una vez como el "lady Gaga de las matemáticas", comparación que no le parece mal, aunque su aspecto sea más bien el de un poeta del XIX. Y no es lo único en lo que rompe los tópicos este matemático que difunde por el planeta lo "sexy" de una disciplina con fama de difícil. Cédric Villani, que ofreció ayer una conferencia del programa ConCiencia, de la Universidade de Santiago, tras clausurar el sábado el Spin2016 en el Gaiás, también se preocupa por recalcar hasta qué punto el mundo en el que vivimos depende de las matemáticas.

-¿Cómo hacen del mundo un lugar mejor las matemáticas?

-Las matemáticas son una herramienta muy potente al servicio de la comprensión del mundo y al servicio de las otras ciencias. Todos los grandes progresos tecnológicos contemporáneos utilizan una buena dosis de matemáticas: medicina personalizada, inteligencia artificial, robots, efectos especiales, coches automáticos... Todo.

-Sin embargo, la mayoría de la gente las ve difíciles...

-Son difíciles porque requieren un verdadero esfuerzo por cambiar la forma de razonar. Hacer un programa informático es muy parecido a una prueba matemática y esa es una de las razones por la que nuestros niños deben aprender a programar desde los 10 años. Las matemáticas no son el arte de calcular, sino de demostrar. Es la ciencia de la verdad y eso es lo que hace falta comprender, y para comprenderlo hay que esforzarse, y para esforzarse hay que estar motivado, y para estar motivado no hay receta mágica, se necesita el arte del maestro.

-¿Cual es la cuestión más importante a la que debe responder la ciencia en los próximos años?

-¿En términos de problemas por resolver? Podemos tener esperanzas en la cuestión de la energía, aunque es muy difícil de prever. Se puede argumentar que el problema más grave que tiene hoy el mundo es la pobreza, pero no es la ciencia la que va a resolverlo: es un problema político. Se puede pensar que habrá progresos enormes en la medicina y que se plantearán problemas políticos considerables porque habrá tratamientos perfeccionados, pero costarán más...

-¿Y no debe la ciencia luchar por evitar que se creen ciudadanos de primera y de segunda?

-La ciencia no es política. El deber ético del científico es prevenir, en hacer su investigación del modo más honesto posible y dar claves a todos, pero le compete a la sociedad, a la política, elegir. Si habrá ciudadanos de primera y segunda es una elección política que concierne a todos los ciudadanos.

-¿Podremos controlar a las máquinas o ellas nos controlarán?

-Algunos dirán que ya nos controlan ahora. Creo que dependerá de nuestra actitud. Nadie puede detener los progresos tecnológicos, hay que aceptarlos y prepararse, y eso quiere decir, ante todo, comprenderlos. Por eso se necesita mucho contacto entre la ciencia y la sociedad, para explicar lo que está pasando y que las personas comprendan la técnica. Cada progreso tecnológico importante tiene una repercusión sobre nuestra sociedad. Lo digital cambió nuestras interacciones, como las redes sociales, donde hay tanto odio como amor. Conforme la tecnología llega hay que reflexionar y actuar para prevenir lo que será malo. Es un juego sin fin en el que hay que anticiparse sin descanso a lo que va a ocurrir y reflexionar para poder reaccionar.

-Usted y Hawking alertan de la escasez de vocaciones científicas en un mundo gobernado más y más por la ciencia y la tecnología. ¿Hay que salir a defender la ciencia, como usted?

-Hay científicos que solo quieren hacer ciencia y trabajar tranquilos. Está bien, pero es preciso que otros estén listos para lanzarse. Más que ahora. Es importante para la sociedad y para nosotros. Porque si no somos visibles, desapareceremos. No tendremos más financiación, la gente no nos considerará, tendrán miedo de nosotros. En el mundo de hoy, si no se aparece, se desaparece.

-Defiende crear los Estados Unidos de Europa, pero la UE parece en peligro. ¿Es optimista?

-Ser optimista es un poco como una religión: lo eres o no. Un verdadero optimista, sea cual sea la situación, seguirá siéndolo. Y yo soy optimista y sigo siendo federalista incluso si la situación se desmorona. Es necesario ser paciente, como en todos los grandes proyectos. Este es ambicioso, es quizás una de las primeras tentativas de crear una nueva institución política que no se funda sobre un enemigo común. En Europa la cuestión es unirse para evitar desaparecer.

-Admira, como emprendedor, a Elon Musk. ¿Comparte su entusiasmo por llevarnos a Marte?

-Hallo a Musk fascinante y admiro cómo consigue movilizar sinergias. Pero, aunque Hawking también lo dijo, no creo que el futuro del hombre se juegue en el espacio, sino en la Tierra, y creo que pensar en el hombre en el espacio es peligroso porque es una excusa para no preocuparnos de que nuestra casa está ardiendo. Entre los proyectos de Musk, el más querido a mis ojos es el de las baterías.