Muchas investigaciones en todo el mundo tratan de identificar los factores de riesgo para el cáncer, sobre todo los evitables. Pero cada persona es libre de tomar sus propias decisiones: el tabaco es el carcinógeno evitable que más muertes causa y, aunque así se conoce, mucha gente sigue fumando.

En el año 2002 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que advertía de que la obesidad en sí misma (independientemente de su causa) es un factor que aumenta la probabilidad de sufrir cáncer. En concreto, este organismo se refería al cáncer colorrectal, de esófago, de riñón, de endometrio y al cáncer de mama en las mujeres postmenopáusicas.

A esa lista de tumores, el informe publicado recientemente por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la OMS añade ahora diez diferentes. Son los tumores en la parte alta del estómago (cardias), el cáncer de hígado, de vesícula, de páncreas, de tiroides, los meningiomas y el mieloma múltiple, mientras que también se advierte sobre la posibilidad de que la obesidad aumente el riesgo en los cánceres de próstata, de mama en los varones y el linfoma difuso de células B.

Isabel Lorenzo, especialista en Oncología Médica del Complejo Hospitalario Univesitario de Vigo (CHUVI), asegura que "lo primero que hay que tener en cuenta para interpretar los datos es que el mero hecho de nacer vivo es un factor de riesgo para desarrollar cáncer. El bagaje genético y muchos factores de exposición ambiental van a sumarnos o restarnos riesgos, pero nadie, haga lo que haga, está libre de sufrir un cáncer, y muchas personas que acumulan varios riesgos no llegan a desarrollarlo nunca. El quid de la cuestión es asumir la probabilidad".

La pérdida de grasa corporal está directamente relacionada con la disminución notable del riesgo de padecer cáncer. Así lo han comprobado en animales de experimentación diversos estudios. "La recomendación es muy clara: mayor obesidad implica peor estado de salud por múltiples causas, y posiblemente también por cáncer", sostiene Lorenzo. Observar este mismo efecto en humanos llevará varias décadas, pero, según esta especialista, biológicamente es muy plausible que así ocurra.

Para Lorenzo, el cáncer de mama en mujeres postmenopáusicas merece una mención especial. "Está demostrado que la obesidad no sólo aumenta el riesgo de sufrir este cáncer por primera vez, sino que, tras haber sido tratadas, las personas que ganan más peso tienen más riesgo de recaer que aquellas que lo pierden y permanecen en peso más bajo", destaca.

El informe de la agencia europea señala que la obesidad en edades precoces aumenta el riesgo de cáncer en la etapa adulta, al menos, en la misma cuantía que si la obesidad comienza de mayor.

"Es necesario que se cree una asignatura sobre nutrición en los planes de estudios porque las cifras de obesidad infantil ya son alarmantes", afirma Ana Belén Crujeiras, doctora experta en obesidad del Centro de Investigación Biomédica de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN).

"Probablemente cuanto más tiempo seas obeso, más posibilidad de sufrir un cáncer tengas", revela Crujeiras. "El mayor riesgo está claro, no tanto porque se haya demostrado una mayor susceptibilidad sino, cuando menos, por el factor tiempo", añade Lorenzo.

"Somos conscientes de la asociación de obesidad y cáncer desde hace poco, el primer informe es de 2002, pero sí se conoce bien la vinculación con enfermedades cardiovasculares y diabetes", recuerda Crujeiras. "Hay que concienciar a la población de que la obesidad es un problema real, no solo estético", asevera.

La Sociedad Española de Obesidad centra sus esfuerzos en la prevención dado que actualmente no existe un fármaco efectivo contra la obesidad. "Hace años que trabajamos en varias iniciativas para la prevención de la obesidad pero los resultados no son buenos. La enfermedad prevalece y aumenta. Creemos que debería hacerse más hincapié en este problema, que se puede considerar una pandemia, desde sectores como la política y la sanidad, además de las ramas que están implicadas en factores sociales, hasta llegar al punto de establecer una ley como ocurrió con el tabaco", señala Crujeiras.

En todos estos tumores que la OMS relaciona con la obesidad se comparte la existencia de un mismo patógeno. "Lo común son los mecanismos ligados a la inflamación crónica, un conocido desencadenante de cánceres ante carcinógenos -agentes físicos, químicos o biológicos potencialmente capaces de producir cáncer- conocidos. De modo que sería el proceso celular y bioquímico crónicamente sobreestimulado ('inflamado') el que terminaría provocando los cambios en las células normales hasta hacerlas devenir en cancerosas", detalla la experta de Vigo.

Las razones por las que se ven afectadas unas células más que otras, provocando unos determinados tipos de cáncer, dependen de los factores de crecimiento -las sustancias que produce el tejido adiposo, el que almacena la grasa corporal- de las propias células estimuladas y de la coexistencia de otros carcinógenos que actúen sobre las mismas células.

"La presencia en la misma persona de obesidad, una dieta inadecuada por exceso de carnes procesadas y deficiencia de frutas y verduras frescas, la ingesta de alcohol y un ejercicio físico escaso es muy frecuente y altamente inadecuada porque cada uno de esos factores por separado aumenta el riesgo de cáncer, y la asociación de todos ellos en conjunto (que es muy frecuente) empeora los riesgos individuales", enfatiza Lorenzo.

La Sociedad Española de Oncología Médica creó en el año 2003 la Sección de Cáncer Hereditario y, en 2007, el Grupo de Trabajo de Prevención del Cáncer, en parte porque la verdadera lucha contra el cáncer debería comenzar en el terreno de la prevención en lugar de en el tratamiento, en consonancia con lo defendido por la OMS. Lorenzo forma parte de ambos grupos desde su creación. "En la era en la que se están generalizando los test genéticos para predecir enfermedades, no es ético pronosticar sin ofrecer medidas preventivas ante el riesgo que amenaza", argumenta la médico de Vigo.