El caso del escocés de 61 años que falleció por una variante de numonitis por hipersensibilidad tras inhalar durante años los hongos que habían crecido en su gaita es un caso excepcional, según los gaiteros y luthiers gallegos, que aseguran no tener constancia de otros casos. El diario médico "Thorax" recoge este caso, el primero del mundo de enfermedad pulmonar por hipersensibilidad provocada probablemente por los hongos inhalados por el gaitero, según el propio estudio, realizado por un equipo de neumólogos del University Hospital of South Manchester (Reino Unido). El examen de la gaita de este músico aficionado reveló la presencia de hongos en distintos componentes del instrumento, lo que constató que la limpieza no era precisamente el fuerte de su dueño.

A esta falta de higiene atribuye la muerte del gaitero escocés el luthier Xosé Manuel Gil, quien opina que el instrumento no debió de haberse limpiado nunca para haber acumulado la cantidad de moho que los neumólogos descubrieron que había crecido en distintas partes de la gaita. Este luthier gallego, que lleva 25 años fabricando y reparando gaitas, califica este caso de anecdótico y asegura que con las gaitas actuales es casi imposible que se repita un caso así.

"Antes, el fuelle de la gaita era de piel de becerro o de cabra, que es material orgánico. Cuando soplas, introduces humedad, que debemos eliminar, y más si estamos hablando de un material orgánico, que puede ser un calvo de cultivo. Por eso, después de tocar hay que desmontar aquellas partes que más se humedecen. Hoy, sin embargo, los fuelles están hechos de material sintético y transpirable, similar al de las cazadoras, que no crea bichos", explica Gil, luthier de Xosé Manuel Budiño.

A pesar de esto, los gaiteros profesionales desmontan aquellas partes más susceptibles de humedecerse, como el soplete, para evitar que se pudran las partes de madera y de corcho, y también para dejar repirar a la gaita. Las de Xosé Manuel Budiño, por ejemplo, pasan una vez al año por el taller de este luthier de Ponteareas, que asegura que la fabricación de gaitas ha avanzado mucho en los últimos veinte años. "Las hay incluso con fuelle con cremallera, lo que te permite abrirlo y revisar su interior, e incluso las boquillas son ahora intercambiables, es decir, que puedes tocar cualquier gaita con tu boquilla", explica.

Para Xosé Manuel Budiño, el mantenimiento de la gaita forma parte del ritual tras un concierto. "La limpieza es imprescindible para evitar que la humedad que generas cuando tocas se condense y termine pudriendo los componentes de madera y corcho. Para ello, hay que limpiar de vez en cuando el fuelle, e incluso cambiarlo cada varios años", asegura el gaitero moañés, que añade que los nuevos materiales como el Gore-Tex y el Simpa-Tex (dos marcas del material sintético con el que se fabrican los fuelles) no requieren el mismo mantenimiento que exigía la piel.

Tampoco Xosé Lois Toxo, presidente de la Real Banda de Gaitas de la Diputación de Ourense, había escuchado antes otro caso similar al descrito en "Thorax". "Mire que he enseñado y tocado con miles de gaiteros en todos estos años y no conozco a nadie que haya desarrollado una enfermedad pulmonar por tocar", asegura Toxo, que recuerda que cuando las gaitas eran de piel, se solían tratar con una mezcla de ácido acetilsalicílico, cola de pescado, glicerina y agua. "Esa gaita tenía que ser algo muy antihigiénico para que pudiera transmitirle algo que al final le ocasinó la muerte", añade.

En similares términos se expresa Xabier Díaz, que califica de "sorprendente" el caso descrito por los neumólogos. "No sé en qué condiciones tenía la gaita, pero desde luego, no debía dejar nunca que sacase la humedad acumulada para que creara esa cantidad de moho y, desde luego, tenía que ser una gaita hecha de piel o de algún tipo de goma porque las de ahora son de material transpirable y sintético", explica.

Roberto Giráldez, de la banda de gaitas Xarabal, reconoce que ni siquiera se había planteado que tocar la gaita pudiera ser un riesgo para la salud. "Yo quito el puntero, el soplete y el ronco después de tocar, por lo que el fuelle queda totalmente abierto para que se seque. Pero este problema lo tienen todos los instrumentos de viento, no solo la gaita. No debió desmontar la gaita desde el día en que la montó", explica.