El hormigón compite en el litoral gallego con playas, humedales y acantilados. Uno de cada cuatro kilómetros -en concreto el 24%- de la primera línea de costa (primeros 500 metros desde el mar) está urbanizado. No obstante, el porcentaje en la provincia de Pontevedra llega al 34%, un nivel similar al del Mediterráneo (del 35,3%). En cambio, en Lugo y A Coruña lo que serían viviendas, zonas comerciales, industriales o de transporte, de extracción minera o zonas verdes artificiales -lo que los expertos engloban como ocupación artificial- se extienden por el 20% de los kilómetros pegados al mar.
Así consta en "Cambios de ocupación del suelo en la costa 2016", elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad, organismo independiente conformado por expertos, a partir de datos recopilados por el Instituto Geográfico Nacional en el "Corine Land Cover" en un largo y complejo proceso que finalizó este verano y que analiza cambios de 1987 a 2011. El informe, del que los autores destacan que contiene datos "inéditos" sobre el estado actual y tendencias en el uso del suelo en un ecosistema que ven "estratégico", indica que en esos 24 años la construcción avanzó en Galicia en la zona más próxima al océano a un ritmo de 4,37 kilómetros lineales de costa al año, velocidad cinco veces menor a la del total de España, que superó los 22,7. Solo en el período analizado el fruto del trabajo de las grúas conquistó en Galicia 105 nuevos kilómetros de primera línea de costa -casi el doble de la distancia de Vigo a Vilagarcía en coche- y los kilómetros lineales de costa "artificial" suman en total 372.
Respecto a la superficie, el documento apunta que el porcentaje de suelo por usos artificiales en la franja de 500 metros es del 19,2% en Galicia, lo que la vuelve la autonomía costera en el norte del país más urbanizada, y por delante de Canarias.
En lo relativo a la franja de 2 kilómetros desde la costa, se urbanizaron en Galicia de 1987 a 2011 un total de 208 hectáreas por año, lo equivalente a otros tantos campos de fútbol, y ya serían en esa franja 21.246 las hectáreas (el 14% del total) donde el paisaje natural fue reemplazado por chalés o zonas industriales. En la franja de 10 kilómetros, lo artificial ganó 400 hectáreas por año y ocupa 36.054 hectáreas (6,8%). En las franjas de 2 y 10 kilómetros el informe destaca Lugo, que ocupa el "mejor lugar" (el más bajo) en porcentaje artificializado del país (9% y 2,5%).
Los expertos señalan que Pontevedra "sufre una presión urbanizadora mucho mayor" que las otras provincias litorales gallegas y su media de ocupación artificial en estas franjas es similar al del Mediterráneo: el 25% de la superficie en la de 2 y el 13% en la de 10. De la superficie artificial total acumulada desde que se pobló, hace miles de años, hasta 2011, casi el 28% de lo edificado en primera línea se consolidó en solo 24 años. Lo mismo en A Coruña. En Lugo fue el 33%. Junto con Asturias y Lugo, A Coruña sería, según el informe, una de las provincias españolas con la primera línea de costa (2 kilómetros) "mejor conservada".
Los autores del estudio sostienen que en Galicia, "en general, prima la protección de la franja de 500 metros en gran parte del litoral, sobre todo en zonas en las que en principio no hay gran presión". Aun así, avisan de que "en las zonas urbanas y cercanías de núcleos de población se permiten múltiples excepciones que desembocan en la amnistía de núcleos urbanos que contravinieron la normativa en el pasado reciente y que han sido redimidos por cambios en la Ley de Costas".
En el documento se incluyen "zonas calientes" o de elevado riesgo de ser artificializadas en el futuro próximo. En Pontevedra las sitúan "probablemente en el fondo de la ría de Vigo, al este del Puente de Rande", además de en la Illa de Arousa y en el fondo de la ría de Arousa. También mencionan a esta ría, pero su sector correspondiente, para A Coruña, mientras en Lugo señalan la zona de Burela.
Además de un diagnóstico, los tres autores principales del informe -Raúl Estévez, Fernando Prieto y Carlos Alfonso- proponen, para un "futuro sostenible" en la costa española, crear "reservas de suelo", que implican paralizar los procesos de artificialización en las primeras franjas y "recompensar" a los concellos de los territorios que permanezcan sin urbanizar o sin explotar minería o infraestructuras. Además sugieren restaurar, crear y expandir ecosistemas naturales.
