Gusto, calidad, elegancia, compostura, rareza, riñones hacia adentro y talones encajados, deporte, genio? José María Manzanares hereda mil consejos de su padre y abuelo, también una evidente belleza con la que no siempre parece a gusto, al menos no tanto como la observadora. Esta tarde este tímido perfeccionista que reconoce no salir jamás de una plaza "completamente satisfecho" compartirá cartel con David Fandila "El Fandi" y Cayetano en la despedida de la feria de Pontevedra.

-¿En qué momento está su carrera?

-Me encuentro en un momento muy bueno, toreando para mí. Ya no busco el triunfo numérico que es tan necesario en los inicios; mi objetivo ahora es expresar la tauromaquia como yo la siento. Soy feliz en lo profesional y también en lo personal.

-¿Vive la fiesta del toro un momento ilusionante?

-A mí sí me ilusiona, creo que la tauromaquia vive un momento álgido en lo artístico. El futuro está en los toreros jóvenes y actualmente tenemos a varios que están a gran altura y con personalidad.

-¿Qué recuerda de la afición de Pontevedra?

-Sobre todo el respeto y el cariño que me han transmitido siempre que he venido. Recuerdo la última tarde que toreé aquí con especial emoción, fue una tarde que viví intensamente y además tuve la oportunidad de abrir la puerta grande. Me sentí feliz. Siempre me han acogido muy bien, espero poder devolver ese cariño en la plaza.

-¿Son diferentes las aficiones del norte?

-Cada plaza y su público son diferentes. Es cierto que también hay muchas cosas comunes en las plazas del norte pero en Pontevedra especialmente viven la tauromaquia con mucha intensidad y el público de aquí es capaz de hacerte llegar esa energía.

-Es hijo de un maestro del toreo ¿cuál es la principal enseñanza que recuerda de su padre?

-Recuerdo muchísimas cosas pero dos de los valores que él me transmitió y que más me han servido han sido el sacrificio y la constancia. Yo preparo cada temporada como lo hacía mi padre: me encierro en el campo con mi cuadrilla, entrenamos y permanecemos concentrados hasta el comienzo de la temporada. Es duro pero a la vez apasionante.

-¿Es una doble responsabilidad ser hijo de Manzanares?

-Llevo el apellido con orgullo, para mí mi padre ha sido el mejor torero que ha existido. Al principio eso pesaba mucho porque creía que el público podía compararme con él pero poco a poco fui ganando confianza y mi personalidad en la plaza fue desarrollándose. Ahora ya, después de 13 años de alternativa y aunque la responsabilidad se mantiene, disfruto muchísimo toreando.

-Pertenecer a una familia taurina ¿abre puertas o en realidad supone una presión multiplicada?

-Posiblemente al principio te abra alguna puerta pero luego mantenerte y construir una carrera solo depende de uno mismo, de lo que seas capaz de hacer en la plaza.

-¿Cómo se prepara para la temporada?

-Cuando termina la temporada americana me voy al campo junto a mi cuadrilla. Allí pasamos algunos meses entrenando, concentrados. Por la mañana entrenamiento físico, toreo de salón y estiramientos. Y por la tarde me gusta tentar y nuevamente estirar.

- ¿Cómo es su día a día cuando no torea?

-En mi día a día soy una persona normal. Cuando no estoy entrenando, me gusta hacer lo que a cualquier persona de mi edad, sobre todo me gusta estar con mi familia y con mis amigos. Hago deporte también, me gusta mucho el golf.

-¿Y las horas antes de la corrida?

-Las horas previas a la corrida las dedico a descansar, a estar relajado y concentrado. Como muy ligero y temprano.

-Ha sufrido un auténtico calvario de operaciones ¿cómo lo vivió?

-Lo pasé muy mal porque no veía la luz al final del túnel. Tuve que pasar trece veces por quirófano pero poco a poco me voy encontrando mucho mejor. No tengo la misma fuerza en la mano que antes de sufrir la lesión y la recuperación no es total, pero este año me estoy sintiendo especialmente a gusto con la mano izquierda.