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Mi cabeza es un infierno

Unos 300.000 gallegos sufren migrañas, una dolencia en la que automedicarse puede cronificar el dolor

A Mercedes le lleva doliendo la rodilla cuatro días. No ha dudado en pedir cita con el traumatólogo rápidamente. La cabeza, en cambio, le duele cada dos por tres; dolores insoportables a los que, muchas veces, se unen náuseas, vómitos y le invalidan para hacer su trabajo. Al menos para hacerlo correctamente. Ha tardado diez años en decidirse a ir al neurólogo porque creía que, al igual que le pasaba a su madre, es algo con lo que tenía que cargar y que los analgésicos eran su único consuelo.

Mercedes es una de los cuatro millones de españoles -al menos unas 300.000 personas en Galicia- que sufren migraña, un tipo de cefalea que puede convertir la vida de quien la sufre en un verdadero infierno. Aguantar el dolor o automedicarse con analgésicos (ibuprofeno, aspirina o paracetamol) no es la solución. De hecho, los neurólogos advierten de que consumir más de tres a la semana puede provocar que el dolor se cronifique. "Cuando una persona tiene ocho episodios al mes debería consultar con el especialista, sobre todo si aparecen en la edad adulta y acompañadas de otros síntomas neurálgicos, ya que es importante comprobar si realmente se trata de una migraña y decidir el tratamiento adecuado en cada caso", explica el doctor José María Prieto, presidente de la Sociedade Galega de Neuroloxía.

Pero, ¿qué es realmente la cefalea y por qué ataca tanto a unas personas y menos a otras? Realmente, es una pregunta aún sin respuesta. "La migraña tiene un carácter hereditario muy marcado y afecta cuatro veces más a las mujeres que a los varones", apunta el doctor, al tiempo que destaca que las hormonas parecen tener una relación directa con la migraña. "Las crisis suelen comenzar al inicio de la pubertad, en el embarazo desaparecen y vuelven con la menopausia, aunque de forma diferente".

Así, en niños y en mayores la prevalencia es muy escasa, "lo que hace que esta dolencia tenga un impacto tan importante en la productividad laboral: el coste directo de la migraña es de 400 millones de euros al año, aunque los costes indirectos ascendería al doble", destaca Prieto.

Las crisis migrañosas pueden durar entre 4 y 72 horas y al dolor de cabeza se unen otros síntomas como las náuseas, hipersensibilidad a los estímulos sensitivos en forma de fotofobia, sonofobia e, incluso, intolerancia a ciertos olores. "Hay casos de mujeres que cuando entran en una perfumería se les desencadena el dolor: el estímulo llega al cerebro y se produce una respuesta anómala, aunque también puede deberse a que las arterias del cráneo se dilaten y ese latido produzca el dolor de cabeza", apunta el neurólogo.

Hay muchos estímulos variados que desencadenan las migrañas. El estrés, la ansiedad y la tensión emocional explican un tipo de cefalea muy común que es la de tensión. "Pero hay otros muchos como cambiar los ritmos de sueño y vigilia los fines de semana, que dan lugar a las llamadas 'cefaleas de fin de semana', otras que aparecen cuando el paciente come determinados alimentos como el chocolate, el vino tinto o las salchichas, las cefaleas relacionadas con la menstruación o las relacionadas con el acto sexual, que son dolores muy intensos durante o tras el coito", describe el especialista gallego.

Tratamientos farmacológicos

Hay algunas formas de prevenir las cefaleas como son rebajar las situaciones de estrés, ajustar las horas de sueño y evitar el consumo de bebidas alcohólicas y los estímulos sensitivos intensos, pero cuando no es suficiente con eso será necesario recurrir a fármacos adecuados.

"Los analgésicos o antiinflamatorios no deben de tomarse más de 3 días a la semana ya que su abuso puede provocar una cronificación del dolor, que cada vez se haga más frecuente hasta ser diario o casi diario", advierte Prieto. Por ello, en los casos de que el número de cefaleas sea superior se debería consultar al neurólogo para decidir un tratamiento preventivo. "Se trata de fármacos de la familia de los antidepresivos y el tratamiento ha de mantenerse unos tres meses. El paciente suele estar luego hasta seis meses sin presentar ninguna crisis, lo que para ellos es un enorme alivio y, pasado ese tiempo, generalmente hay que repetir el tratamiento, pero suele compensar", destaca el médico.

Las cirugías, sin embargo, no han demostrado ser eficaces en el tratamiento de la migraña. "Esas intervenciones agresivas e irreversibles no han dado buenos resultados, por lo que preferimos evitarlas", apunta Prieto, que trabaja en el Hospital Universitario de Santiago (CHUS).

Otra de las novedades en el tratamiento de la migraña son las inyecciones de toxina botulínica. "Es especialmente útil en las cefaleas de tensión, relacionadas con la contractura cervical, y cada vez hacemos más". "Se empieza con dosis bajas, en tres o cuatro puntos, y se van ajustando cada cuatro meses", concluye.

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