Pokemon Go ha calado, y muy hondo, en Vigo. El videojuego para teléfonos móviles del momento ha causado furor en la ciudad olívica y ya son miles los usuarios que cada día buscan un rato para sacar sus smartphones mientras caminan por la calle para ampliar su colección de estas populares criaturas. La aplicación se ha expandido como la pólvora y ha llegado incluso hasta los móviles de vigueses que en su vida habían jugado a videojuegos, pero que finalmente se han visto atrapados por este fenómeno viral que va camino de superar todos los récords del sector. En Vigo juegan los niños, juegan los adolescentes y los jóvenes, pero tampoco se escapan los adultos. Cualquier instante es bueno para disfrutar de Pokemon Go: un paseo por el centro, una tarde en el parque, una jornada de playa, el descanso para fumar en el trabajo, el momento de sacar al perro... La aplicación deja día a día anécdotas y estampas entrañables, como la de un padre y su hijo formando equipo por la ciudad en busca de aventuras.

Pero por otro lado Pokemon Go también brinda a sus usuarios emociones fuertes. La sensación de inmersión con este videojuego gracias a la realidad aumentada es enorme y muchos de los jugadores vigueses viven la caza Pokemon con mucha intensidad. El "Hazte con todos" y el afán por conseguir un inventario de Pokemon de alto nivel para ser el mejor en las luchas dentro de los numerosos gimnasios de Vigo ha transformado el ambiente de puntos concretos de la ciudad, en los que destacan los Pokemon tanto por cantidad como por rareza. No son pocos los usuarios que tratan de buscar zonas alternativas a las calles, en las que a veces resulta imposible capturar alguna criatura diferente a Zubat, Pidgey, Rattata, Voltorb o Magnemite, que son demasiado comunes. Para garantizarse las mejores presas hay que desplazarse a puntos en los que hay más variedad, ya sean parques, zonas arboladas, ríos o la orilla del mar.

Y es por este motivo por lo que tres zonas de la ciudad ahora son un coto de caza para los entrenadores Pokemon de Vigo: Samil, el parque de Castrelos y el entorno de la Alameda y el Náutico. De todos ellos, el lugar más concurrido el Samil al reunir casi todos los condicionantes para hacerse con las capturas más raras y variadas. El arenal vigués lo tiene todo: parques, árboles, el río Lagares, zona urbana y la playa. Además, también tiene un buen número de Pokeparadas (puntos en los que los jugadores pueden reponer suministros vitales para el devenir de su aventura) y un par de gimnasios. El paseo es un constante ir y venir de gente entre los que se camuflan muchos jugadores persiguiendo Pokemon con su móvil, pero en cambio, hay otros que han descubierto el paraíso, el oasis de los Pokemon en Vigo.

En Samil, entre la cafetería Di San Remo y las pistas de patinaje hay un half pipe. Es justo ahí donde confluyen tres Pokeparadas juntas en las que los usuarios sueltan sus cebos para atraer hasta ese punto a los Pokemon. Así consiguen que se desate la locura. Los Pokemon se suceden uno tras otro en la pantalla de los teléfonos móviles de los usuarios que a determinadas horas del día llegan a reunirse en esa zona hasta en grupos de cien personas. La cacería arranca ya por la mañana y se mantiene activa gracias a la ida y venida de nuevos usuarios hasta la madrugada. Mientras juegan, personas que no tenían nada que ver unas con las otras se conocen, intercambian consejos y se animan al unísono cuando aparece algún ejemplar raro. Gritos como "¡Un Charmeleon!", "¡Ha salido Scyther!" o "¡Pikachu!" celebran la aparición de estas criaturas como si fuesen un gol de Iago Aspas en Balaídos. La situación se vuelve todavía más pintoresca cuando aparece alguien con la noticia del avistamiento de un Pokemon interesante en las inmediaciones. El pasado jueves, pasadas las 23.00 horas, un joven llegó corriendo a la zona del half pipe de Samil para avisar a los demás: "Un Ninetales en el aparcamiento del Verbum". En ese instante todos dejaron lo que estaban haciendo y echaron a correr y cruzaron la carretera con sus teléfonos en busca de la preciada presa. Tarde, ya se había ido, pero esa improvisada avalancha recordó a pequeña escala a lo sucedido en Nueva York cuando se encontró un Vaporeon en Central Park.

Otros puntos de la ciudad en los que los entrenadores echan sus cebos son el parque de Castrelos, sobre todo en la Pokeparada cercana al río Lagares, en la que donde abundan los Psyduck, los Slowpoke, los Pokemon tipo agua o tipo bicho y el esbelto Rhyhorn. El entorno de la Alameda y el Náutico, entre los jardines de Montero Ríos y la Plaza de Compostela también es una mina en la que entre los Voltorb y los Magnemite a veces se deja ver algún Pokemon raro. A menor escala los entrenadores vigueses acechan a sus presas en el paseo marítimo de Bouzas o de Teis, por el paseo del Lagares (lugar donde aparece en contadas ocasiones el tímido Dratini y a los más afortunados se pueden encontrar al esquivo Dragonair), o Castro, el Casco Vello y los alrededores de Porta do Sol y la peatonal de O Calvario.