Patricia Martínez de Vicente (Londres, 1946), hija del doctor vigués Eduardo Martínez Alonso, vuelve a publicar novela para contar la historia de los que tuvieron que huir de los nazis, como ahora escapan los refugiados sirios, y fueron ayudados de forma altruista por personas como su padre. Esta antropóloga social, que va por su tercer libro "Paso Doble", tras el éxito de "La clave Embassy" (La Esfera de los Libros, 2010), vuelve al Club FARO este lunes para compartir lo que dio de si su investigación, que todavía sigue abierta.

-Hace doce años presentó en el Club FARO la primera novela sobre su familia, ¿qué ha descubierto desde entonces?

-La única información que tenía de aquella era lo que me contó mi madre porque ella lo había vivido con mi padre, de novios, en los años cuarenta. En 2003 publico el primer libro y en 2005, muerta mi madre, se desclasifica el Freedom of Information Act (el acta de libre información británica). Me avisaron de la embajada británica en Madrid porque para hacer el primer libro les había dado mucho la lata pidiéndoles información sobre mi padre, que por lo que sabía había sido médico allí. Pero nunca me pudieron decir nada porque era secreto hasta ese momento. Lo que él había sido es agente humanitario -el agente 055A- como se intuía en su diario del año 1942, que ya tenía.

-En el libro "La clave Embassy" reproduce el e-mail que le enviaron desde los archivos nacionales británicos.

-Sí, lo he incluido porque me pareció muy bonito, con muchos halagos hacia mi padre. Al final me decían que fuese allí en persona porque había mucha documentación y debía verla. Claro, me encontré con doscientos informes porque tenían una carpeta con el nombre de mi padre inmensa. Lo saqué en el 2006 y estaba cerrado desde 1945. El olor a polvo sucio lo tengo todavía presente.

-¿Estos archivos le dieron pie a seguir indagando?

-Pensé que si mi padre era médico en la Cruz Roja, allí tendrían que saber algo. Así que fui a la sede en Londres y me enseñaron documentos a partir del año 1949, tardaron cinco años en incluir en sus archivos algo sobre ese asunto, todo está escrito en clave y con poca exactitud. Están las anotaciones de mi padre con los pacientes que se llevaba a Madrid, y que luego ayudaba a salir del país. La mayoría eran polacos porque fue en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial y Polonia sufrió primero las consecuencias.

-¿Cómo hacía su padre para llevar a los polacos que venían huyendo hasta Galicia sin levantar sospechas?

-Mi padre los recogía en la cárcel de Miranda de Ebro en Burgos, a la que iba como médico de la Cruz Roja española, y se los llevaba a Madrid para supuestamente ingresarlos. Tardé seis años en descubrir esto porque hasta que no vi los documentos de Cruz Roja no lo puede comprobar. A todo esto, sin cobrar un duro. En ese momento mi abuelo era cónsul en Liverpool y no era extraño que viniesen a Galicia con extranjeros. Él iba y venía de Madrid a Redondela en un coche con matrícula diplomática y el servicio secreto le pedía que le vieran mucho durante el día. Tenía su casa en la capital pero la casa de su madre estaba en Redondela.

-¿Y una vez en Redondela?

-Allí la familia Otero en Redondela y la familia Alen en Tui le ayudaron muchísimo. Bien porque tenían a los refugiados en su casa o porque les ayudaban a cruzar por la Ría de Vigo o a través del río Miño a Portugal. No se le ha hecho la justicia suficiente porque la combinación de la Inteligencia con Cruz Roja salvó a 200 personas diarias. De esta forma, se salvaron unos 300.000 perseguidos por el nazismo a través de España y Portugal. Deberíamos reivindicar toda esa labor, sobre todo ahora que vemos lo que pasa con los refugiados sirios.

-¿Qué cuenta ahora en "Paso Doble"?

-El hijo del cónsul británico en Zaragoza, que se llamaba Antonio Valverde, vino a mi casa con los diarios de su padre porque al leer mi segundo libro se dio cuenta de que ambos habían trabajado para la misma red. Su padre desde Zaragoza, pero con la misma estrategia que mi padre desde Redondela. Lo que he hecho es convertir esos diarios en cartas para respetar su voz y crear una familia de ficción para articular la historia.

-¿Qué supone para usted venir a Vigo ahora?

-Se me revuelven cuatro generaciones paternas y maternas. Aquí se casaron mis padres y de Vigo salieron perseguidos por la Gestapo hacia Lisboa, de supuesto viaje de novios. Siempre que vengo cojo el barco a Cangas. Eso de cruzar la Ría de Vigo me conmueve.

-¿Echa de menos un reconocimiento a su padre en Vigo?

-La verdad es que sí. Pero me han comunicado desde el Ayuntamiento de Madrid que le van a dedicar una calle en el barrio de Chamberí, en el que vivíamos. Todavía no sé cuándo, pero será una de las que cambie de nombre.