Pastillas para dormir, para afrontar la pérdida de un ser querido, para superar una ruptura sentimental, para controlar la ansiedad que genera el paro, para sobrellevar la incertidumbre ante el futuro... Las causas por las que se recurre a los ansiolíticos y antidepresivos son variadas, pero lo cierto es que cada vez se consumen más en España, y Galicia no es ajena a este fenómeno. De hecho, la venta de este tipo de fármacos se disparó un 20% en la comunidad gallega en los últimos siete años, coincidiendo con el inicio de la crisis económica, según los datos de la Consellería de Sanidade. Solo en 2015, se prescribieron con receta del Servizo Galego de Saúde (Sergas) más de 7,3 millones de envases, frente a los seis millones de 2008.

Según las estadísticas de Sanidade, el consumo de antidepresivos creció un 30,8% en 2015 con respecto a 2008, y el de ansiolíticos, un 15,7%, en el mismo periodo. La sanidad pública gallega prescribió el año pasado unos 3,12 millones de envases del primer tipo de fármacos y algo más de 4,23 del segundo. En números redondos, se superaron los 7,3 millones de cajas de ambos medicamentos.

La distribución de toda esta medicación es compleja. Teniendo en cuenta que cada envase contiene el tratamiento de un mes, dividido el montante total por el padrón de Galicia, tendríamos a más del 20% de la población gallega consumiendo estos fármacos a diario. La operación es inexacta, pero ofrece una idea del peso que han adquirido estos fármacos en la sanidad pública.

¿Estamos más estresados, ansiosos y deprimidos o nos hemos acostumbrado a vivir a golpe de pastillas? El vicepresidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría y especialista adjunto del Servicio de Psiquiatría del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), José Ramón Silveira Rodríguez, parte de la base de diferenciar entre "mal uso" y "abuso o consumo perjudicial" de estos medicamentos. "Normalmente, el consumo perjudicial o dañino se hace por parte de pacientes que tienen otras adicciones (drogas o alcohol, por ejemplo) u otro tipo de problemas psiquiátricos", apunta el doctor Silveira, quien reconoce, no obstante, que ansiolíticos de la familia de las benzodiazepinas, como el lorazepam (más conocido como Orfidal), el bromazepam (Lexatin) o el alprazolam (Trankimazin), están entre los fármacos más vendidos. "En la actualidad, hay cuatro tipos de ansiolíticos entre los diez medicamentos más vendidos, cuando antes eran cuatro entre los veinte primeros", señala el especialista del Chuac, y matiza: "En general, cuando se habla de abuso de ansiolíticos se hace referencia a las benzodiazepinas, pero para los psiquiatras el concepto de ansiolítico es mucho más amplio, y abarca otras familias de medicamentos, como los antipiréticos, los anticolinérgicos o los hipnóticos sedativos".

El vicepresidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría explica que la indicación básica de las benzodiazepinas es el tratamiento de la ansiedad, y más que hablar de "sobrediagnóstico" de este trastorno de adaptación, considera que el aumento del consumo de estos medicamentos se debe a que, en ocasiones, algunos médicos, pero también muchos pacientes, "se apoyan en el tratamiento fácil". "La ansiedad requiere un tratamiento farmacológico, no solo con benzodiazepinas, pero normalmente también un abordaje psicológico", indica el doctor Silveira. "No quiero decir con esto que todo el mundo necesite ir al psicólogo, pero hay que hacer una especie de psicoeducación, aprender qué es la ansiedad y dejar de tenerle miedo. Me explico: si te rompes un brazo, te ponen un yeso y sabes que, después, tendrás que ir a rehabilitación. Pues esto es lo mismo. Ante un cuadro de estrés, muchas veces los pacientes no son capaces de pararse a evaluar qué está pasando, buscan un alivio rápido para continuar con su ritmo necesario para vivir y optan por la solución fácil en vez de intentar analizar, con o sin la ayuda de un profesional, qué han de cambiar para mejorar la situación que ha hecho que se hayan visto superados", señala.

El doctor Silveira rompe, no obstante, una lanza en favor de los ansiolíticos, y lamenta que estos fármacos se hayan "demonizado". "Este tipo de medicación está demonizada y no debería ser así. Es verdad que estos fármacos no se pueden tomar sin la supervisión de un facultativo, ya que su consumo prolongado puede generar adicción, pero si se siguen a rajatabla las indicaciones del médico de cabecera o del especialista en salud mental que los ha prescrito, no debería haber ningún problema", remarca.

Para este especialista del Chuac, el estrés y la ansiedad no están tan relacionados con la crisis como con "los ritmos de vida actuales". "Los ritmos están cambiando y las patologías, también. Vivimos en la sociedad de la inmediatez, de 'ya' y el 'ahora', y esa inmediatez genera más tensión en el individuo", apunta y pone como ejemplo la forma de afrontar el duelo ante la pérdida de un ser querido. "Antes había un tiempo para asimilar este tipo de situaciones y ahora, sin embargo, muchas personas ya no pueden tomarse ese tiempo tan necesario, han de cambiar el 'chip' de inmediato porque a lo mejor, al día siguiente, ya tienen que ir a trabajar", comenta. "La sociedad antes iba a 60 kilómetros por hora y ahora va a 120, y es lógico que haya dificultades para adaptarse a esta nueva 'velocidad'. Por eso es tan importante esa psicoeducación a la que antes hacía referencia", concluye.