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Nancy Konvalinka: "Necesitamos organización más racional del trabajo"

"El Estado debe poner los medios para que una familia con dos personas que trabajen funcione sin volverlas locas"

Nancy Konvalinka. / Irma Collín

Nancy Konvalinka, antropóloga especialista en parentesco, que nació en Illinois y lleva más de treinta años en España, también sabe por eso que el mundo es demasiado pequeño para las verdades absolutas. Ella se ha especializado en estudiar las familias, las familias en plural, pero no hablará de "modelos", sino de "maneras de hacer familia". El matiz es la necesidad de no entender la estructura familiar como un sistema fijo, sino como un proceso móvil, que "se hace a diario", que cambia y que, por cierto, viene de sufrir una enorme transformación hacia la eclosión de un abanico inmenso de modalidades cada vez más alejadas de la canónica tradicional.

-¿Para mejor?

-En antropología, no solemos juzgar si las cosas son mejores o peores. Desde tiempos de los romanos escuchamos que la familia se está destrozando y que vamos todos al desastre. Yo diría que hoy en día aceptamos un abanico mucho más amplio de maneras válidas o posibles de hacer familia, pero las ha habido de todos estos tipos durante mucho tiempo. Siempre han existido las monoparentales por elección, o las tardías, o las homoparentales y por subrogación, éstas más bien encubiertas, o las familias por adopción? Lo que ocurre ahora es que se está llevando a cabo una gran labor par visibilizar y normalizar las distintas maneras de hacer familia.

-¿La gran revolución es la visibilidad, la normalización?

-Parte de la perspectiva que aquí puede aportar la antropología es la variabilidad de las diferentes formas de familia en todo el mundo y a lo largo de la historia. Porque tenemos muy asumida la idea de que la correcta es la del papá, la mamá y los hijos e hijas. Creemos que siempre ha sido así, que es así en todas partes y que todo lo demás es muy nuevo y muy extraño, cuando en realidad siempre ha habido muchas maneras de hacer familia, un hombre con varias esposas, varios hombres con una esposa, familias donde quienes crían a los hijos son la mujer y su hermano?

-¿Qué dice cuando escucha que los niños sólo crecerán fuertes y sanos si tienen un modelo masculino y otro femenino a mano?

-La psicología se ha formado en Occidente y desde Occidente. Y toma como norma lo más normal en Occidente, así que es lógico que se desarrolle una forma de entender la familia y la niñez que se base en el modelo típicamente occidental. Pero en todo el mundo se crían los niños en familias muy distintas. Lo único que podemos hacer es plantear la cuestión así: ¿qué necesita un niño para criarse bien? Si entendemos que lo que necesita es uno o más adultos que velen por su bienestar y le den los cuidados y el cariño que necesita, cualquier modelo familiar que cumpla eso puede funcionar.

-¿He ahí la gran respuesta?

-Esa es la que tengo yo. Cuando planteamos estas cuestiones a las madres solteras por elección, por ejemplo, nos dicen que el hecho de que no haya un padre en la familia no quiere decir que el niño no tenga modelos masculinos. Tiene al abuelo, a los tíos, a muchos más alrededor? El que no haya uno que sea mi pareja y viva en casa no destroza el crecimiento y la crianza del niño.

-¿Hay evidencias prácticas que demuestren que el desarrollo no se resiente?

-No sé cuántos estudios se han hecho y desde qué perspectivas, pero creo que necesitamos un poco más de tiempo para que todos estos niños de familias homoparentales, de madres solteras por elección o de familias tardías se hagan mayores.

-La edad de la maternidad se retrasa y crea "familias tardías". ¿Socialmente negativo?

-No necesariamente. En 1975, la edad media de la mujer al nacimiento del primer hijo era de un poco más de 25 años. En 2014, había subido a 30,5. Un cambio de cinco años y medio en ese tiempo es tremendo. ¿Que si perjudica en algo? Cuando uno espera hasta muy tarde, puede que sea más complicado tirarse al suelo a jugar con los niños, pero a cambio, en nuestros estudios, las familias tardías nos dicen mucho que han podido hacer todo lo que han querido antes de tener hijos. Que han consolidado su trayectoria laboral, que han salido y se han ido de vacaciones, que no están resentidos por tener hijos pequeños que les impidan hacer otras cosas. También nos dicen que tienen más perspectiva, que saben qué es realmente importante y que tienen una madurez suficiente para afrontar las cosas de otros modos. Y cuidar niños no es sólo tirarse al suelo o jugar al fútbol con ellos? No me parece malo en sí mismo.

-Defiende con ardor que ese retraso no se debe a la incorporación de las mujeres al mercado laboral.

-Obviamente, todo era mucho más fácil cuando las mujeres se quedaban en casa. Pero el problema no es que las mujeres vayan a trabajar, sino que no se reparta equitativativamente el trabajo de casa y cuidado entre hombres y mujeres.

-¿El Estado tampoco estimula la natalidad y la conciliación hasta donde debería?

-Está ampliamente demostrado que las medidas cortas y fáciles, como dar cien euros por cada bebé que nace, no sirven. Muchas veces decimos que la mujer está sobrecargada y no solemos pensar que eso no sólo supone que el hombre deba asumir más tareas de casa y cuidado. Cuando las empresas obligan a las personas a trabajar de las nueve de la mañana a las ocho de la tarde, les están privando de una parte de su vida. Necesitamos una organización más racional del trabajo que deje lugar para que tanto hombres como mujeres puedan participar en las otras facetas de su vida. El problema está en la configuración del Estado del Bienestar en España. Vamos mal si todo lo que tiene que ver con la familia se considera un problema privado de la familia. Empezaremos a entender cuando, como pasa en los países nórdicos, es el Estado el que pone la infraestructura para que una familia pueda funcionar de una forma normal con dos personas trabajando que no se vuelvan locas.

-Se dice desde Roma que la familia se está destrozando, pero ha sobrevivido y seguirá viva?

-Yo creo que sí. Todas estas formas de hacer familia de las que estamos hablando están formadas por personas que antes no podían tener hijos, o que estaba mal visto que los tuvieran.

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