Luis Castellanos detalló algunas de las investigaciones que su centro ha desarrollado, y que han sido publicados en revistas científicas de reconocido prestigio, como "PlosOne". Incluso comenzó su intervención con un pequeño experimento con el público, al que pidió que encendiera sus móviles y mandase un mensaje a sus grupos de amigos: "Felicidad". Nada más. Sin explicaciones. La respuesta fue inmediata. En la sala comenzaron a oírse los familiares pitidos del whatsapp. Con esta sencilla prueba, Castellanos quiso demostrar al auditorio el efecto que tienen las palabras positivas.

El filósofo y experto en lenguaje positivo habló del llamado "Estudio de las monjas" de David Snowdon. Este investigador quiso saber por qué la comunidad de religiosas de Notre Dame de Mankato (Minesota) era tan longeva, un estudio que duró quince años. Las 678 monjas de esa comunidad donaron, además, su cerebro a la ciencia, lo que permitió el diagnóstico neuropatológico de la enfermedad de Alzhéimer. Además, el estudio de la breve biografía que en 1932 la congregación pidió que escribiesen a 180 monjas, demuestra que las emociones positivas manifestadas y sentidas se asocian a datos de longevidad, lo que habría permitido a las religiosas llevar vidas no solo más largas, sino también más saludables. "Se ponía de manifiesto la relación entre el sentimiento expresado en esas autobiografías y los años de vida", explicó.

Así, el investigador vasco asegura que el medidor de escala desarrollado por su empresa es capaz de calcular, solo con las palabras empleadas por la persona, cuántos años va a vivir. Entonces, la pregunta es: ¿Quiere saber cuánto va a vivir? La respuesta está en las palabras.