Los relojes deben de estar hoy adaptados -un año más- al cambio de horario estacional. A las 2.00 horas de esta madrugada el reloj se adelantó a las 3.00 horas, restando una hora al día. Las alteraciones en el sueño, mayor cansancio, apatía, irritabilidad o ansiedad son alteraciones "leves" posibles, según médicos consultados, que apuntan a posibles efectos como "la pérdida de energía física, de rapidez mental, de fatiga o tristeza. Eso sí, suelen durar lo mismo que el 'jet lag' cuando se viaja: entre dos o tres días.

Por rutinario que sea este cambio que se repite todas las primaveras, algunas personas sufren alteraciones y, por ello, es recomendable "realizar algunas actividades para que esta desorientación tenga los menos efectos posibles", según el médico de DKV Seguros, Ferrán L. Tognetta. "Nuestro organismo tiene un regulador horario que está en el centro del cerebro, y que se equilibra mediante la luz solar y los estímulos del entorno; regula un ciclo diario que afecta a los niveles de las hormonas por lo que, cuando cambia el ritmo de la luz de fuera o el ritmo de las tareas, puede desorientarse", aclaró.

Desde el punto de vista de la salud, esta variación de la hora tiene un impacto "mínimo" en el organismo, aunque hay "una respuesta individual", explica el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, Salvador Tranche. Los niños y los mayores son los grupos más sensibles porque tienen más establecidos los horarios de comidas y de sueño. Los lactantes pueden experimentar alteraciones en su alimentación, mientras que los niños en edad escolar pueden tener más dificultad para despertarse.

Los mayores de 50 años, que con frecuencia tienen problemas para conciliar el sueño y se despiertan más temprano pueden tardar más tiempo en adaptarse. Se recomienda acostarse un poco antes tres o cuatro días antes del cambio de hora, no dormir la siesta, no variar los hábitos alimenticios, practicar ejercicio físico moderado y evitar el consumo de alcohol.