Si el cerebro es el ordenador más potente que existe, utilicemos verdadera materia cerebral para hacer más potentes nuestros ordenadores. Esta es la máxima radical que aplicó la empresa Koniku, con sede en Newark (California), para sacar al mercado un producto revolucionario: un "neurochip", un chip que en vez de tener como base el silicio (tal y como se fabrican desde 1947) está compuesto por 64 neuronas cultivadas en el laboratorio. Neuronas como las que cualquier ser humano tiene en su cerebro. ¿Resultado? Una máquina con una sensibilidad sin precedentes, capaz de detectar partículas en partes por trillón. Estos chips están listos para venderse en los próximos meses y se instalarán en drones. Gracias a esta tecnología estos aviones no tripulados podrán "oler", detectar escapes de metano en refinerías petrolíferas. Koniku también venderá estos procesadores a otra empresa que los utilizará para ilustrar cuáles son los efectos de determinados fármacos en el cerebro humano.

Varias publicaciones tecnológicas ya se han hecho eco del logro de esta compañía liderada por Oshiorenoya Agabi, un doctor en bioingeniería de origen Nigeriano. Para crear estos revolucionarios chips, este grupo de investigadores ha conseguido superar tres barreras hasta ahora infranqueables: estructurar las neuronas creadas en el laboratorio como están en nuestro cerebro, poder leer y escribir información en ellas y, finalmente, lograr mantenerlas en un entorno estable.

Este nuevo desarrollo no sólo aspira a romper los límites de la llamada ley de Moore (la potencia de procesamiento se duplica cada dos años) si no que, además, conseguirán ordenadores mucho más eficientes. Un ejemplo: el ordenador más potente que existe necesita 24 megavatios para funcionar, pero el cerebro humano, con una capacidad de procesamiento mucho mayor, sólo necesita 10 vatios. Además, Agabi considera que sus chips biológicos tendrán algo muy humano y muy importante para el desarrollo de la Inteligencia Artificial: capacidad de aprendizaje.

La empresa Koniku sostiene que es la "primera y única" que ha conseguido fabricar estos chips con neuronas biológicas y con ello afirma haber dado un paso de gigante en una labor en la que están embarcadas multinacionales como Google, Facebook o IBM: crear ordenadores que emulen al cerebro humano. Desde un principio apostaron por utilizar neuronas cultivadas en laboratorio, conscientes de las limitaciones que tiene la tecnología basada en el silicio, que no obstante ha conseguido reducir extraordinariamente el tamaño de sus chips, hasta llegar a un tamaño equivalente al de tres cadenas de ADN. Nada comparable con el tejido cerebral: un trozo del tamaño de un grano de arena contiene 10.000 neuronas y mil millones de sinapsis (conexión entre las neuronas). Agabi cree que ha puesto la primera piedra de una tecnología que "no tiene límites prácticos". El chip que esta compañía tecnológica tiene 64 neuronas y con él podrá dotarse de "olfato" a un dron. Con 500 neuronas, la compañía estima que se puede controlar un coche sin conductor y con 10.000 neuronas procesar imágenes a tiempo real al nivel del ojo humano. Seguimos multiplicando: con 100.000 neuronas es posible controlar artefactos robóticos con múltiples entradas sensoriales y con un 1 millón de neuronas se crea un equipo que puede pensar por sí mismo.