Tenía apenas 25 años cuando estrenó su ópera prima, "Tesis", un éxito de crítica y público que revitalizó el cine de género en España. Ahora, a punto de cumplir 43, Alejandro Amenábar dice que empezó en esto con el espíritu de un "mercenario", como un modo de ganarse la vida sin tener que estar en una oficina.

"Con los años me he hecho más exquisito y he visto que es una manera de expresarme, la mejor manera de comunicarme con el mundo", dijo ayer, como carta de presentación, en una clase magistral impartida en unas jornadas de la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA).

También es verdad que siempre le gustó contar historias. "Desde niño, de manera muy primaria, ya contaba mis películas", y cuando entró en la universidad, ya pensaba en planos. "Me obsesionaba, todo lo relacionado con el montaje me interesaba".

De la noche a la mañana se encontró con la posibilidad de hacer una película con José Luis Cuerda, que había visto su corto "Himenóptero" y lo invitó a ir a un rodaje suyo. "Me senté en la silla del director y me dijo 'fuera de ahí'", recuerda Amenábar, y después le animó a que se pusiera a escribir. El resultado fue "Tesis".

"Esa película la escribí porque José Luis me animó. Lo recuerdo como algo muy lúdico. Por la mañana me preparaba las asignaturas que me habían quedado para septiembre y por las tardes escribía, que era lo divertido".

No siempre es así de fácil. "La escritura es un proceso de búsqueda permanente, sabes que hay mojones de mierda y lingotes de oro, y empiezas a picar pensando que es oro, pero quizás descubres mierda. Ya lo decía Hemingway, es importante distinguir el oro y la mierda".

Lo pasó mal entre "Ágora" y "Regresión", estrenada el año pasado. "Sufrí lo de la página en blanco". Y también después de "Tesis". "Había firmado con José Luis para dos películas más. Recuerdo la presión de tener que sacar la segunda como sea, la presión de dar con una historia que nos gustara. Eso no fue tan divertido".

El rodaje de esa segunda, "Abre los ojos", tampoco fue un camino de rosas. "El pequeño infierno empezó con el maquillaje de Eduardo (Noriega). Yo no sabía entonces lo que eran pruebas de maquillaje. En la primera semana de rodaje empezaron a caerse todos los colgajos de látex y a Eduardo le salieron heridas en la cara".

"Tuvimos que parar y repetir todas las tomas con Eduardo. Hubo bastante tensión, pero de todo se aprende", asegura el ganador de un Oscar por "Mar adentro".

De sus seis largometrajes, ése y "Los otros" han sido los más complicados, añade. "'Los otros' era mi primera película en inglés, con una estrella internacional (Nicole Kidman) que venía con mucha tensión, niños pequeños con sus respectivas madres, que se llevaban mal entre ellas...".

Amenábar, que también dirigió a Rachel Weisz en "Ágora" y a Emma Watson y Ethan Hawke en "Regresión", dice tener una "relación de amor/odio" con los actores.

"Con los actores nunca me relajo. Cuando crees que les has pillado el punto y está perfecto, te llevas una bronca. Un actor juega consigo mismo y su cabeza, y eso es muy delicado".

De Ethan Hawke cuenta que en los ensayos se ponía a dibujar. "No le gustaba ensayar, prefería lanzarse en el rodaje". Y de Javier Bardem destaca su "infinita paciencia", que absorbió del personaje, Ramón Sampedro, aguantando 4 o 5 horas de maquillaje cada día sin rechistar.

Preguntado por la nueva ley del cine, Amenábar no se pronuncia. "No estoy familiarizado", sostiene. Eso sí, puntualiza que el problema en España es el mismo que en Estados Unidos.