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José Ramón Crespo: "El espíritu humano se empobrece si no investigamos sobre lo que no entendemos"

"Si no invertimos en investigación, no podemos competir con otros países" - "Los centros de investigación alemanes han sabido atraer a jóvenes con interés en la ciencia"

José Ramón Crespo. / Fernando Rodríguez

José Ramón Crespo López-Urrutia (Avilés, 1963) es investigador en el Instituto Max Planck de Física Nuclear de Heidelberg (Alemania) y uno de los mayores expertos en el estudio de iones de alto estado de carga. Crespo asegura que la inversión en investigación es fundamental y lamenta que España no haya sabido ver que ésa es la base para el desarrollo de cualquier tecnología. "Si perdemos la curiosidad científica no podremos mejorar en nada", insiste. Y además, agrega, supone una "pérdida total de talentos".

-¿Qué son las líneas prohibidas?

-Son unas emisiones del Sol que los astrónomos descubrieron en el siglo XIX y que se diferencian de la luz en que son un millón de veces más improbables. Pero a pesar de ser prohibidas, tienen una gran importancia para el estudio de la astrofísica y recientemente han cobrado relevancia porque se pueden utilizar para la estabilización de los relojes atómicos al medir el tiempo con una precisión extrema.

-¿Quiere decir que antes estaban olvidadas?

-Antes eran un nicho que sólo importaba a los astrofísicos. Eso cambia ahora porque las líneas prohibidas ya se pueden generar en los laboratorios sin quemarnos y ser aplicadas en los relojes atómicos. En concreto, las líneas prohibidas a las que yo me refiero son las del Sol, que se generan a temperaturas de muchos millones de grados y ofrecen una gran precisión, ya que pueden trabajar con hasta 18 cifras decimales. Y esa precisión todavía se puede aumentar más para mejorar los GPS e investigar las leyes de naturaleza con mayor exactitud.

-Todo esto está relacionado con los iones de alto estado de carga.

-Exacto. Este tipo de iones fueron las primeras líneas prohibidas que se observaron. Pero se tardaron muchas décadas en entender qué era lo que emitían. Ese descubrimiento quedó como un tema interesante para la astrofísica, cuyas aplicaciones técnicas empiezan a aparecer ahora. Los marcapasos normales que utilizamos en los relojes atómicos están llegando a sus límites de precisión, por lo que interesa mucho mejorar la medición del tiempo hasta valores que al ciudadano normal le parecen increíbles.

-¿Qué aporta a la ciencia la observación de eclipses?

-El ser capaces de observar unas zonas de la atmósfera solar que están a temperaturas muy altas y que normalmente no se ven porque el brillo de la superficie solar las tapa por completo. A lo largo de la historia, los eclipses han abierto puertas a través de las que hemos podido ver cosas que antes desconocíamos. Es decir, para poder producir iones en un laboratorio antes tuvimos que verlos en los eclipses.

-A la física atómica la dieron muchas veces por muerta...

-La física atómica es un capítulo clásico de la física en general y el foco de la atención está puesto en los aceleradores de partículas. Son instalaciones muy grandes, en las que trabajan cantidad de investigadores y que evidentemente tienen un valor muy importante para la ciencia. Mientras, en la física atómica trabajan grupos más pequeños, que hay en muchas universidades, pero que por ser una materia conocida se dice: "Esto es muy antiguo". Realmente no es una materia vieja. Solamente hay que pensar en los láseres, los relojes atómicos... Y no sabemos todo de la física atómica. Nos falta mucho por aprender.

-¿En qué sentido?

-Hay muchas líneas espectrales que no se conocen aún, que no sabemos qué las emite -si es un átomo, si es una molécula-, con qué temperatura... Eso indica que no sabemos lo que pasa en determinadas zonas del universo.

-¿Cómo se ve en Alemania la fuga de cerebros españoles?

-Las universidades y los centros de investigación alemanes siempre han sabido atraer a jóvenes con interés en la ciencia y les han ofrecido una oportunidad laboral. En Alemania, hemos tenido la suerte de que el Gobierno ha incrementado constantemente el presupuesto de investigación y ha sabido reconocer que ese presupuesto es la base que permite desarrollar tecnología y ser competentes. En el conocimiento, hay una especie de pirámide: cuanto más se ejercite la investigación fundamental, más se ramifica y da lugar a la investigación aplicada, que es la que sirve a la industria. Y eso es lo que hace Alemania.

-En España se está haciendo lo contrario. ¿Qué consecuencias pueden tener estas acciones a la larga?

-No podemos vivir en un mundo en el que cada uno tiene en su bolsillo un teléfono móvil con una docena de tecnologías, basadas en la física y en la química, y no entender nada. Si perdemos la curiosidad científica, no podremos mejorar. Pero ésa sólo es una consecuencia que al final se traduce en que perdemos competitividad comercial e industrial. El otro punto es que el espíritu humano se empobrece si no es capaz de comprender las cosas que no entiende. O por lo menos intentarlo. Yo creo que eso es un motor muy importante, sobre todo para la juventud. No ofrecer la oportunidad de que se desarrollen científicamente y apliquen sus conocimientos es una pérdida total de talentos. Y eso sólo se corrige gastando dinero. Si no invertimos en investigación, no podemos competir con países.

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