Como todo buen escritor, Félix de Azúa (Barcelona, 1944) sabe contar historias y entretener con ellas, y ayer lo demostró al convertir su discurso de ingreso en la Real Academia Española (RAE) en un ameno "cuento" con el que ha evocado sus comienzos literarios y su pasión por las novelas de aventuras caballerescas. En un acto presidido por el ministro de Educación y Cultura en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, y ante más de quinientos invitados, el poeta, novelista y ensayista catalán leyó su discurso, titulado "Un neologismo y la Hache", al que luego respondería Mario Vargas Llosa. El curioso título del discurso le sirvió a De Azúa para rendir homenaje a su antecesor en el sillón "H", Martín de Riquer. El neologismo al que alude el título es "serendipia", que en la última edición del Diccionario de la RAE se define como "hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual" y se explica con el ejemplo "el descubrimiento de la penicilina fue una serendipia". También lo fue el descubrimiento del continente americano, "cuando Colón buscaba las Indias, y cosas mucho más humildes", como la viagra, "que apareció cuando los científicos buscaban un fármaco contra la angina de pecho".

Y es que el autor de "El aprendizaje de la decepción" cree que hay "una relación serendípica" entre él y Martín de Riquer, a quien conoció en 1970, en una conferencia que el gran experto en literatura provenzal pronunció sobre "Armas y armaduras de los caballeros catalanes en la Edad Media". La conferencia "fascinó" a De Azúa "y más aún el personaje", decía el nuevo académico.