Carmen Durán, en su intervención en Club FARO ayer, señaló que "el humano no tiene el instinto de conservación de la especie" que otros animales sí tienen y por el que no atacan a las hembras o crías, según expuso esta experta. Por ello, las personas han establecido reglas morales para regular la convivencia y que poseen un componente de protección de la vida que, a su vez, "tiene que ver con lo sexual y agresivo", apuntó.

Esto enlaza con el programa ético del humano que pasa por diferentes etapas. En la primera, según expuso Durán, el niño no conoce el principio ético de lo está bien o mal. Hasta entonces, el niño pensaba que la vida, la madre, le tenía que dar todo lo que deseaba.

En el segundo escalón, niño y madre empiezan a ser seres distintos. El pequeño comienza a entender que hay cosas en la vida que no son totalmente satisfactorias para él. "Es muy importante que el niño aprenda que hay límites, que no puede tener todo lo que desea", subrayó la psicoanalista.

En la tercera etapa -entre los seis años y hasta la adolescencia-, llega la socialización, clave para que aprenda las normas de la sociedad y vea que los actos tienen consecuencias. Eso tienen que aprenderlo ahora, de lo contrario, no lo aprenden" el resto de su vida. La cuarta (adolescencia) se caracteriza por que los amigos tienen un papel importante y sirven para "descentrarse de uno mismo", señaló Durán.

Ahí, se desarrolla la autonomía pero también el respeto a las reglas del grupo de iguales lo que es importante para "el desarrollo ético" y la consecución de la autonomía, añadió Durán. Hilvanando esas etapas se encuentra la inculpación, ya que la culpa se va adquiriendo desde edades muy tempranas.