El Instituto de Investigaciones Mariñas de Vigo, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IIM-CSIC), lidera un estudio que ha logrado un hito tras secuenciar genéticamente el primer vertebrado en España: el rodaballo (Scopththalmus maximus). Los descubrimientos, según el investigador Antonio Figueras, permitirán conocer más a fondo a esta especie con lo que su producción acuícola podrá ser refinada para lograr el rodaballo perfecto.

Galicia es el principal productor mundial de rodaballo de acuicultura, aglutinando el 99% de lo que se produce en el país. Concretamente a través de Pescanova en su planta de Xove -con la filial Insuiña- con la que produce más de 3.000 toneladas al año de rodaballo, y Stolt Sea Farm, que produce 3.500.

Los investigadores del CSIC, a los que se les unieron más tarde los de la Universidad de Santiago y el Centro Nacional de Análisis Genómico de Barcelona (creando así un equipo de más de 30 personas), descubrieron que el rodaballo tiene un sistema visual mucho más refinado que el de otros peces, ya que ha evolucionado para adaptarse a la escasez de luz de los fondos marinos. De igual forma, sus genes hablan de la grasa de sus membranas celulares, que también duplica a la de otras especies para poder soportar las bajas temperaturas de las aguas donde vive.

Metamorfosis

"Aunque nace como los demás peces, con una forma redonda, se produce una metamorfosis cuando es pequeño que hace que se convierta en un pez plano, con la boca de esa forma y los ojos a un único lado", relata Figueras. De cuerpo aplanado y forma romboide, el rodaballo vive en los fondos marinos. "Hemos visto que muchos de los genes implicados en la visión, principalmente aquellos que codifican para pigmentos y los relacionados con la formación del cristalino, están duplicados en este vertebrado con respecto a otros peces, lo que indicaría que ha evolucionado para refinar su sistema visual adaptándose a las condiciones de poca luz que lo rodean", indica el investigador.

Con estos descubrimientos, Antonio Figueras opina que la cría de esta especie tan valiosa para la acuicultura podrá ser mejorada. "Podemos usar todo lo que sabemos para mejorar la producción animal. No tendrá que ver con la modificación genética, pero sí se podrán seleccionar aquellos ejemplares que crecerán mejor que otros. Además, gracias a esto podremos saber cómo atajar antes sus enfermedades con la creación de nuevas vacunas", explica. Según Figueras, los principales problemas a los que se pueden enfrentar los acuicultores están relacionados con la susceptibilidad de esta especie a diversas enfermedades de origen bacteriano, vírico o parasitario. Para muchas de estas patologías no existen vacunas o tratamientos eficaces.

Y es que en lo que se refiere a su crecimiento, diferenciación sexual y resistencia a las enfermedades, los científicos han podido identificar los genes implicados más importantes, e incluso qué zonas concretas del genoma están relacionadas con estos rasgos productivos.

Otro de los retos a los que se enfrenta el sector es poder acortar el tiempo en el que los ejemplares de este pez alcanzan la talla comercial. "Esto se podría potenciar haciendo selección genética de aquellos genes implicados en el crecimiento y en la diferenciación sexual, ya que las hembras poseen una mayor tasa de crecimiento en comparación con los machos", concreta por su parte Paulino Martínez, investigador de la USC.