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GALLEGOS EN LA CIMA

Juan Pérez Fernández: "Veo muy difícil que un español consiga el Nobel trabajando en su país"

El neurocientífico ourensano trabaja con lampreas en el Karolinska Institutet de Estocolmo, donde se deciden cada año los ganadores en Medicina y Fisiología

Ha pasado más de un siglo, pero el nombre de Ramón y Cajal, el primer nobel español, surge a menudo en las conversaciones de los científicos del Karolinska Institutet de Estocolmo, donde se eligen cada año a los ganadores del prestigioso galardón internacional en Medicina o Fisiología. "Sentó las bases de la neurociencia y hasta ahora ha sido el único premiado que trabajaba en España, porque Severo Ochoa estaba en EE UU cuando lo recibió", subraya el ourensano Juan Pérez (Freiburg, 1983).

Y considerando el panorama actual se muestra escéptico sobre la posibilidad de asistir como testigo en primera línea de un logro similar: "Ojalá me equivoque, pero veo muy difícil que un español consiga el Nobel trabajando en nuestro país. Hay que creer en ello e invertir. Y no se trata solo de dinero sino de esfuerzo común para hacer ciencia de calidad. Estos galardones no son fruto de la casualidad o el talento individual, detrás hay un trabajo en equipo y colaboraciones con otros grupos y países. Cada vez será más difícil premiar a una sola persona".

Juan lleva casi tres años trabajando en el laboratorio del destacado científico Sten Grillner, uno de los pioneros en utilizar la lamprea en los estudios sobre el cerebro. Antes había realizado dos estancias previas de corta duración mientras realizaba su tesis doctoral en el grupo vigués Neurolam, que colabora desde hace años con el sueco.

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La lamprea de río nórdica es mucho más pequeña que la gallega -mide 40 centímetros- y está lejos de ser considerada una delicatessen, pero su cerebro es igualmente valioso. Juan se centra en los ganglios basales, que están relacionados con la Enfermedad de Parkinson, y más en concreto investiga ciertas rutas, hasta ahora sin estudiar, que controlan los comportamientos motores en todos los vertebrados y que podrían estar implicadas en esta patología.

El investigador ourensano aplica técnicas de registros electrofisiológicos neuronales a muestras de cerebro ex vivo para realizar experimentos extracelulares, en los que mide la actividad de una gran cantidad de neuronas, e intracelulares, que se limitan a una sola con mucho mayor detalle.

Karolinska es una de las mejores universidades médicas de Europa y en su plantilla figuran varios premios Nobel. "Lo normal es marcharte a un centro extranjero para formarte y volver en unos años, pero ahora mismo no sé si será posible regresar a España", admite Juan.

Al menos, él ha tenido la suerte de poder compartir esta experiencia con su pareja, Yolanda Ruiz, una guadalajareña que estudió Ciencias del Mar en Vigo y que también es investigadora. Ella está adscrita a la Universidad de Estocolmo, donde analiza las causas del déficit de tiamina que está causando preocupantes mortandades de animales en EE UU o Canadá y también en Suecia.

Juan y Yolanda han sido padres en Estocolmo y pueden dar fe de las facilidades para conciliar: "Al principio, estábamos un poco perdidos pero las instituciones funcionan muy bien, aquí no te atascas en embrollos burocráticos y la baja parental no tiene comparación con la española. Es de año y medio, se reparte entre los dos y el padre tiene que cogerse 3 meses de forma obligatoria".

Ambos estudian la lengua del país desde su llegada, pero confían en que Adrián, que ha empezado a ir a una guardería sueca, les haga pronto "de intérprete", bromea Juan.

La oscuridad invernal es lo que peor llevan, pero están encantados con la calidad de vida en una ciudad con parques inmensos y muchas actividades culturales. "Los suecos son un poco fríos al principio pero en cuanto coges confianza se muestran muy amables. Aquí la pausa para el café o fika es institución y ley. Todas las mañanas nos juntamos en el trabajo", explica.

Entre sus compañeros hay varios gallegos y españoles, pero Juan asegura que la presencia de compatriotas y de ciudadanos de otras regiones del sur de Europa es mayor ahora que cuando realizó sus primeras visitas al país, y no solo en el ámbito de la investigación.

También está siendo testigo de la preocupación creciente de los suecos ante la llegada de refugiados sirios y de una oleada de inmigrantes rumanos: "Tienes que tener un contrato, no puedes venir a la aventura y no recuerdo haber visto mendigos en la calle en 2010. Sin embargo, ahora es común. No hay movimientos ultra radicales con fuerza pero la sociedad está viviendo un cambio drástico y tendrán que acostumbrarse. Por suerte, para lo bueno y para lo malo, son muy razonables".

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