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Crónica criminal de un país corrupto

Calparsoro entrega un lúcido ejercicio de cine de género con un inquietante trasfondo político

Luis Tosar, en esta cinta.

El cine de género, tantas veces denostado en nuestro país en favor de un cine de autor que se supone más intelectual y elevado, lleva ya varios años reivindicándose con películas modélicas, que conectan además con el público de una manera que, hace apenas un par de décadas, era impensable. En concreto, al género criminal pertenecen algunas de las mejores películas del cine español en los últimos quince años. Sin llegar a las cotas de "Celda 211" o "La isla mínima" o a la personalidad de cualquiera de los filmes de Enrique Urbizu, "Cien años de perdón" es una digna muestra de esta misma veta "negra" que hace soñar con un cine español más relevante y, al tiempo, más popular.

Las coordenadas de partida de la nueva película de Daniel Calparsoro son muy reconocibles: un atraco a un banco, los ladrones atrapados al fallar su plan, un objetivo secreto, la tensión sexual entre atracador y rehén, una misteriosa caja de seguridad... Sin embargo, la pericia de Calparsoro con la cámara y la habilidad del guionista Jorge Guerricaechevarría al trazar a personajes y situaciones sostienen la película y la permiten crecer más allá de los códigos genéricos, pero sin traicionarlos, para profundizar en esa inmunda ciénaga en la que se ha convertido la política española.

Porque la corrupción, quizás el gran tema de nuestro tiempo, tiene un peso específico en el desarrollo del filme, y la actualidad se asoma tras cada diálogo, tras cada mirada. Ese imputado con papeles comprometedores para "la Presidenta", ese atracador arruinado por las preferentes, ese partido podrido hasta la médula que no duda en cualquier cosa para tapar sus vergüenzas... El trasfondo de "Cien años de perdón", como el de las mejores muestras del cine criminal patrio, es el de nuestro día a día, el que llena los periódicos e indigna a los ciudadanos. Una vertiente que Guerricaechevarría explora con precisión de cirujano, insertando situaciones que recuerdan poderosamente a sucesos de dolorosa actualidad (no es casual que la película esté ambientada en Valencia) e integrándolas a la perfección en la trama, sin que estorben a la acción ni desdibujen a los personajes.

Para esto último, además, guionista y director cuentan con un reparto a la altura: A la conocida solvencia de Luis Tosar, Raúl Arévalo y José Coronado(en uno de esos papeles de tipo siniestro, con perfil oculto, que tan bien resuelve), se suman un espléndido Rodrigo de la Serna y una sólida nómina de secundarios.

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