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Pascual: "Sería trágico morir y darse cuenta de que no perseguimos lo que amamos"

"A veces, en la vida, erramos porque nos creemos tan potentes que no pedimos ayuda; o nos vemos tan miserables que creemos que no la merecemos", lamentó el escritor

Elba Pedrosa fue la presentadora del escritor logroñés Andrés Pascual. // José Lores

El escritor logroñés Andrés Pascual animó ayer a preguntarse si cada uno vive la vida que desea, al tiempo que animó a dar el primer paso hacia el camino de lo que se ama. Lo hizo en la conferencia-coloquio de CLUB FARO bajo el título "El viaje de tu vida. Nunca es tarde para perseguir lo que amas". En ella, apuntó que debemos vivir de manera tal que ,"en el lecho de muerte, nadie nos pida cuentas por lo que no hemos conseguido. El mundo es muy complicado pero sería trágico llegar a ese momento y darnos cuenta de que no hemos perseguido lo que amamos".

Pascual -que fue presentado por Elba Pedrosa, consultora y delegada en Galicia de la Fundación por la Creatividad- propuso al público convertirse en compañeros de viaje con el fin de presentar su último libro, El viaje de tu vida (Plaza & Janés).

Explicó que dicha obra arrancó en una conferencia que impartió en CLUB FARO tiempo atrás. En él, ofrece un recorrido por sus diversos viajes a varios países, pero también a su interior en busca de sus sueños. "Hubo un día que me miré al espejo y no me reconocí", aseguró, reconociendo que, a pesar de ser una persona de éxito con su trabajo de abogado, sentía "angustia" al verse reflejado.

Para Pascual, que abarrotó ayer CLUB FARO, cualquier viaje, sea a espacios reales o zonas internas de la persona, deben ser "viajes a lo profundo del corazón" con el fin de perseguir las cosas "que te van a hacer sentir de una forma especial. Tendríamos siempre que lanzarnos a cosas que nos hacen sentir".

El libro arranca con un viaje con su pareja entonces, ahora, esposa, a Amsterdam donde conocieron a un señor en el tranvía que se ofreció a visitar con ellos la ciudad. Entonces, desconocía que esa persona le cambiaría la vida.

Años después, Pascual viajaría a Sudáfrica a encontrarse con esa persona. En su hogar, le enseñaron que no debía olvidar nunca el grito de Nelson Mandela que le ayudó a superar los 27 años en prisión: "Soy el amo de mi destino". Esta frase significa que hay que llevar uno mismo el timón de la vida. En aquella casa, le contaron que, en la vida diaria, sí había sitio para los sueños.

Su segunda parada fue el Tíbet donde vivieron de forma cotidiana los desprendimientos de las laderas de las montañas. Allí, entendió que los desprendimientos eran la vida misma. Uno trata de tener todo controlado, de tener un camino trazado pero la vida siempre provoca algún desprendimiento en nuestros perfectos planes. A veces, incluso las minas, apuntó el escritor, están dentro de nosotros mismos cuando empezamos a torpedear nuestras propias ilusiones y deseos.

Una estancia en Katmandú le sirvió también para comprender que hay que dar un primer paso para cambiar las cosas, "sin esperar por un momento propicio" que en muchas ocasiones nunca llega.

Otra ruta por India le sirvió para descubrir otro grito de guerra: "Help", ayuda. Aquí, ofreció una reflexión muy interesante para la experiencia vital diaria y para encontrar el sitio en el mundo.

"En Cachemira, descubrí la obligación de pedir ayuda porque la vida es una carrera de equipo", señaló para, a continuación, apuntar que "a veces, en la vida, nos creemos tan potentes que no pedimos ayuda; y otras veces, nos vemos tan miserables que creemos que no la merecemos". El escritor recalcó que no venimos a caminar solos.

Otra lección fue adquirida en Japón donde fue consciente de la importancia de no juzgar y así lo hizo saber a los asistentes a la conferencia en la que ofreció una proyección con selección de fotografías de los lugares y personas que conoció.

Para este abogado que en sus tiempos más mozos fue músico en un grupo pop de los 90, "la vida es una montaña rusa llena de cimas y valles". Tras esta frase, explicó que "hay que salir del espacio de confort sin tener miedo. Es en la zona de la incertidumbre, donde residen los sueños".

En ocasiones, señaló que tanto en la vida como en los viajes parece que uno está cansado y que ya no le merece dar un paso. Siempre hay que esforzarse por darlo.

Entre otros consejos que facilitó tras aprenderlos en sus periplos, figuró también la sabia frase de un jefe de una tribu que le indicó que todos los hombres blancos tienen un reloj pero no tienen tiempo. En el caso de estos nativos, medían el tiempo en acciones y no en días. De esta manera, cada uno se construye su tiempo y lo gana para hacer lo que debe o desea.

Por último, de Brasil, trajo la enseñanza definitiva de no seguir con una mochila cargada de piedras que nos ancle al pasado. "Hay que desplegar las alas", animó.

"Hay que subirse a la duna y mirar la vida con perspectiva"

  • El escritor y abogado Andrés Pascual aprovechó frases aprendidas durante sus viajes para animar a los lectores de su nuevo libro o los asistentes ayer a CLUB FARO a meditar sobre su vida. "Hay que subirse a la duna y mirar la vida con perspectiva", fue uno de sus consejos. Con éste, hizo alusión de que subirse a una duna física o mental supone "un ejercicio para relativizar lo negativo y valorar lo positivo". Esta recomendación la aprendió en su visita a Siria donde tuvo la oportunidad de admirar templos en la ciudad de Palmira que a día de hoy ya no existen por haber sido volados por el Estado Islámico.La gente que conoció en Siria le dejó "un legado" para encontrar las claves con las que "atravesar la travesía en el desierto" en la que, a veces, se convierte la experiencia vital. Respecto a las tormentas de arena en esos desiertos particulares, indicó que los sirios no rezaban a Dios para que las eliminara sino para que los iluminara en cómo poder afrontarlas.Tras Siria, otro destino fue Madagascar donde sus miedos internos surgieron. Allí, tuvo una crisis de inspiración; no escribía ni una sola línea de que debería ser su futura novela. Entre los miedos que le acechaban, figuraba el temor a defraudar a los suyos, el miedo a dejar de ganar dinero y empeorar su situación económica. Pero Madagascar fue el lugar donde aprendió cómo abordar sus miedos, un país donde se pasaba del paraíso al infierno en nada y donde se inspiró Saint Exupéry para los baobabs de El PrincipitoEn Madagascar, Andrés Pascual comprendió que sus miedos "eran bloqueos mentales" y que en la sociedad occidental a medida que nos vamos apropiando de cosas que, en principio, deseamos, nos volvemos más miedosos, temerosos a perderlas.

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