Vivir y trabajar durante casi dos décadas al lado de uno de los sistemas naturales más ricos e interesantes del planeta es un privilegio, pero también le ha permitido ser espectadora en primera línea del "destrozo ambiental" ocasionado por el turismo. "Ha habido un crecimiento descontrolado y los grandes hoteles españoles han tenido mucho que ver. Esta expresión de la avaricia a su máximo potencial ya ha provocado transformaciones y un deterioro del hábitat. Y son los mismos complejos los que empiezan a estar preocupados porque el agua y la arena, que constituyen el principal atractivo y deben su belleza al arrecife, ya no están tan bonitas", lamenta Susana Enríquez (Santiago, 1962), investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología adscrita a su Unidad de Sistemas Arrecifales, situada en la localidad de Puerto Morelos, a unos 30 kilómetros de Cancún.

Estudió en la Autónoma de Madrid y realizó su doctorado en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, del CSIC, antes de marcharse a Copenhague, donde obtuvo una beca del país y una Marie Curie de la UE. Cuando quiso regresar, su currículo, paradójicamente, era demasiado bueno: "Me dijeron que competía demasiado fuerte. Me frustró mucho pero apareció una oportunidad en la Florida Atlantic University y después me vine a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el 98 para abrir mi propio laboratorio".

Como fisióloga vegetal, Susana estudia todos los procesos relacionados con la fotosíntesis que, en el caso del arrecife, también implica calcificación. Y, en concreto, se ocupa de corales simbióticos, fanerógamas marinas y macroalgas. "A igual que los carballos van formando la carballeira, los corales son los constructores de una estructura enorme que constituye uno de los sistemas naturales más complejos del planeta. Y además es fuente de proteínas, alimentos y productos de interés médico y farmacológico, protege la costa porque filtra la energía cuando hay huracanes y posee un gran poder de atracción para el turismo. Si se destruye podríamos estar perdiendo además información muy valiosa que ni siquiera conocemos", advierte.

La generación del arrecife está muy relacionada con las "dos amenazas más fuertes" que se ciernen sobre él, el calentamiento y la acidificación, además de peligros locales como la fertilización o la contaminación.

"Tratamos de entender cómo sus peculiaridades estructurales determinan sus características funcionales y los diferentes roles del sistema. Esta visión nos ayuda a conocer su sensibilidad frente al cambio climático o por qué cuando se enriquece una zona en nutrientes aparecen especies oportunistas que pueden desplazar a las que son más hábiles en peores condiciones", explica.

La revista Scientifics Reports, del grupo Nature, acaba de publicar un estudio desarrollado por su grupo en el que demuestran que, al contrario de lo que sostienen la mayoría de los científicos, el calentamiento global es un elemento más perturbador que la acidificación de los océanos.

Susana participa en iniciativas financiadas por la propia UNAM, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (CONACYT) y también la UE. Uno de sus proyectos actuales la vincula a su hermano José Antonio, biólogo molecular en el CNIC, que dirige el reconocido cardiólogo Valentín Fuster, y colaborador habitual del gallego Ángel Carracedo.

José Antonio es experto en las disfunciones mitocondriales asociadas a enfermedades cardiovasculares e isquemias. Su hermana le comentó un día los cambios drásticos de oxígeno que soportaba el coral, al contrario de las células humanas, y, de su incredulidad inicial, nació un estudio en común. "Estos mecanismos son muy interesantes ya que podrían dar pistas para encontrar algún producto que reduzca el daño de un ictus, por ejemplo. Y a nosotros nos ayuda a entender el blanqueamiento del coral", revela.

A pesar de la masificación turística, Cancún todavía ofrece lugares muy hermosos por explorar y sumergirse en sus fondos, asegura Susana, "es una maravilla". "De niña pasaba los veranos en Bueu y Ons y mi asignatura pendiente es bucear en la Ría para conocer el fondo del mar de mi tierra".

Al pueblo que la ha acogido lo define como "país de extremos": "No te lo pone fácil, te reta permanentemente. Te pide mucho pero también te enseña mucho de ti mismo, de tolerancia y de aprender a adaptarte a otras culturas. Es muy machista y hubo momentos en los que me quise ir. Pero ahora, viéndolo con perspectiva, sé que me ha hecho más fuerte y me gusta cómo soy", valora.

Admite que la violencia y la problemática social "encogen el corazón" pero también la hacen sentirse "viva frente al adormilamiento de la sociedad del bienestar". "Hay gente lindísima que no se merece tantas dificultades y que trabaja por un país diferente, pero hay cosas institucionalizadas que son difíciles de cambiar. Tiene que pasar algo parecido a lo de España, donde los ciudadanos se han dado cuenta de que son el motor de los cambios, no los políticos", reflexiona.

La compostelana irradia optimismo e incluso bromea sobre el grave accidente que vivió en Taipei a bordo de un Boeing 747 y que la llevó a los periódicos españoles en 2000: "Fue muy divertido hacerme noticia. Estuve entre los 16 supervivientes y una experiencia así te cambia. De repente, te llena de sabiduría y de una lucidez extraordinaria. Al principio, salía con fiebre de los aviones, pero aprendí a controlar el pánico y a aceptar lo que el destino me traiga".