La Xunta y la Fundación Meniños buscan familias de adopción para una docena de menores gallegos que no encuentran un hogar en el que rehacer sus vidas. Se trata de niños con necesidades especiales -por ser adolescentes, tener algún tipo de discapacidad o tratarse de un grupo de varios hermanos- que tienen más dificultades para ser adoptados y que, por ello, se incluyen en el Programa de Adopcións Especiais de la Consellería de Política Social y que gestiona para toda Galicia la Fundación Meniños. "Ahora mismo tenemos unos doce niños a espera de una familia que se ajuste a las necesidades que presentan, pero este es un programa muy vivo y la cifra cambia contínuamente", señala la directora de la Fundación, Mónica Permuy, quien reconoce que en la actualidad, la mayoría de niños en espera para ser adoptados tienen algún tipo de discapacidad física o psíquica.

Las adopciones especiales no siguen el mismo protocolo que las convencionales. Pese a que en ambos casos el proceso arranca cuando los futuros padres adoptivos superan una entrevista de idoneidad, la asignación de los menores con necesidades especiales no se realiza por riguroso orden de inscripción sino que se busca a la familia que mejor se adapte a lo que exige la crianza de estos pequeños. "Por ello, podemos tener tanto familias dispuestas a una adopción especial como a niños a la espera", resalta una de las coordinadoras del programa Olalla Castiñeiras, quien explica que tras la entrevista inicial, los futuros padres reciben formación y se reúnen varias veces con los expertos de Meniños para conocer en detalle en qué consiste este tipo de adopciones. "Se les da todo tipo de información y sobre todo les ayudamos a saber cómo superar la incertidumbre que les supone una adopción de este tipo. Trabajamos con supuestos, hipótesis de situaciones concretas que pueden darse para que vean si es algo que ellos podrían asumir, para que no sea algo tan genérico", añade Bárbara Tajes, otra de las coordinadoras.

Un proceso de formación, en donde casi todas las familias presentan unos temores comunes. En el caso de niños mayores, especialmente adolescentes, el principal problema es que "muchas parejas ni se lo habían planteado, sus expectativas de adopción eran otras", reconoce Tajes, quien añade: "Y una vez que valoran esta opción, tienen miedo a no lograr el vínculo de padres-hijo antes de que el menor cumpla la mayoría de edad. Pero es algo que se puede conseguir". Cuando se trata de adoptar a un grupo de hermanos, "al problema organizativo se unen otros psicológicos porque al contrario de lo que ocurre si son biológicos, no llegan poco a poco al hogar, sino que supone incorporar a varios niños -cada uno con sus características- de repente", indica Permuy, quien explica que en el caso de las discapacidades, a priori, "hay familias que creen que no están preparadas". "Pero la realidad es que, en el caso de las discapacidades físicas, por ejemplo, estos niños solo están limitados para unas parcelas muy concretas de su vida. Hay que tener claro que las necesidades especiales no limitan la vida de ningún niño, sólo una faceta de ella", señala la directora de Meniños.

Es precisamente durante el periodo de formación donde los padres resuelven dudas, derriban falsos mitos y analizan cuales son sus posibilidades reales a la hora de adoptar. "Muchos amplían las opciones y otros las reducen al conocer con detalle este tipo de adopciones", señalan en Meniños, donde explican que los padres reciben apoyo de expertos durante el acoplamiento -la llegada de los menores al hogar- y durante los dos años posteriores a la adopción. "Si surge cualquier tipo de problema o no saben cómo actuar ante cualquier situación pueden pedirnos consejo", señalan en la Fundación, donde explican que es frecuente que los nuevos padres presenten dudas sobre cómo abordar el tema de la familia biológica o los cambios al llegar a la adolescencia.